«RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DE ‘LOS
PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN’ Y SU RELACIÓN CON LA FRANCMASONERÍA»
Autor:
Felipe I. De Lucas Arellano.
11 de agosto de 2021 era vulgar / 18 de
Mesori, año 3312 era de la luz.
(Extensión de 27 páginas en word).
Introducción
¿Qué relación existe entre el libro
titulado «Los Protocolos de los Sabios de Sión» y la Augusta Orden
Francmasónica a la que fielmente pertenecemos?
Al
parecer una conexión muy estrecha que conviene analizar en detalle. Como
miembros de la Orden es sumamente necesario que podamos contar con argumentos
firmes en caso de tener que defendernos ante cualquier acusación. Se me
encomendó realizar este interesante trabajo, pero debo decir que,
personalmente, me interesó el tema hace unos pocos años en profundidad, por
dicha razón en esa época adquirí el libro, lo leí completo y averigüé mucha
información que trataré de recordar, sintetizar y explicar esquemáticamente.
Lo que
usted escuchará o leerá a continuación será alucinante, este trabajo posee un
contenido muy impactante y más interrogantes que respuestas.
Desde la
aparición de este manuscrito se ha reforzado la creencia de que nuestra
institución está involucrada junto con el judaísmo en la preparación de un
Nuevo Orden Mundial, palabras que se escuchan y leen comúnmente en el mundo
profano. Es más, supuestamente ni siquiera los masones estaríamos al tanto de
que este plan está orquestado por una ‘red mayor’, sumamente poderosa e
insondable formada por los Jefes Desconocidos, los Sabios que se esconden tras
las sombras de la Historia. Ellos son los secretos creadores y gobernantes
absolutos de la Francmasonería, la cual viene a ser solo un instrumento forjado
por la astucia, el odio y el afán de sus corazones en subyugar al mundo,
alcanzando por su trabajo y minucioso “plan de acción” el dominio sobre
«Kether-Malkuth», lo que les permite colocar la «Corona» sobre sus cabezas y el
«Reino» o «Mundo» a sus pies.
Las
polémicas son innumerables con respecto al manuscrito que ahora trataremos, lo
mismo ocurre ante el intento que han tenido los curiosos de descifrar las
verdaderas intenciones de la Francmasonería. Más allá de nuestros Templos creen
conocer la razón pura de nuestros fines, pero no comprenden que uno de nuestros
principales propósitos es revivir la Palabra Perdida, es decir, las selectas
Tradiciones que buscamos Resucitar por medio de rigurosos estudios, prácticas
rituales, litúrgicas y la proclamación tanto de la virtud como de la hermandad,
generando una Escuela de Misterios vigente en el mundo moderno. Esto es
incomprensible para el que está cegado, para el que cree conocer la Verdad sin
siquiera pertenecer a la Orden, solo les basta haber averiguado información a
partir de medios dudosos para crear una opinión decisiva, la cual es afirmada
pasionalmente.
En este
trabajo me enfoco en breves antecedentes que permiten iluminar los misterios
que giran en torno al tema que tratamos, por ende, he decidido hacerlo en
elementos históricos, ‘mitos’ y ‘leyendas’ solo de manera general. Tampoco
colocaré extractos de los Protocolos, esto porque escogí realizar un trabajo
netamente historiográfico, si desea conocer en profundidad las menciones que de
la Masonería hay en el libro propongo que adquieran un ejemplar del mismo para
analizar en la privacidad de su templo —Santa Sanctorum (Sanctum) personal y en
su intelecto filosófico— todos los pasajes que tienen esa directa y fatídica
asociación. La amplitud del tema amerita un volumen completo de referencias,
datos, comentarios, discusiones y debates tanto de los promotores del
Manuscrito como de sus detractores, lo cual escapa a la intención y tamaño de
esta exposición, de todas formas, estoy seguro de que aquí encontrarán lo
necesario para visualizar en su totalidad el fenómeno investigado. Por tanto,
ruego oír con atención, ocupar vivazmente el discernimiento para distinguir la
verdad de la ilusión o la mentira del error.
Los Protocolos de los
Sabios de Sión: consideraciones generales.
“¿Qué
mágica atracción se encierra entre sus páginas, que arrastra, que subyuga, que
cautiva, y lleva hasta la locura y el paroxismo?” (Donoso, 1937, p.37). «Los
Protocolos de los Sabios de Sión» (Протоколы сионских мудрецов) o «Los
Protocolos de las Reuniones de los Sabios Ancianos de Sión», desde ahora
solo “Los Protocolos”, el “Manuscrito” o “Documento”, se ha vendido hasta hoy
en cientos de miles de copias y ediciones en casi todos los países e idiomas
del mundo. El manuscrito está dividido en 24 partes, discursos o protocolos. Se
demostró que el engaño fue plagiado de varias fuentes anteriores, algunas de
las cuales no son de naturaleza antisemita.
Es de
saber que la primera publicación de este manuscrito estuvo a cargo de Serguéi
Aleksándrovich Nilus (1862-1929) en Tsárskoye Seló en Rusia el año 1905 y
editado por Pavel Krushevan. Nilus fue un escritor religioso ruso,
autoproclamado místico y agente de la policía secreta de la Rusia Imperial la
Okhrana u Ojrana (Ojranka, como se le llamó un tanto peyorativamente). Este
Departamento de Seguridad proviene del ruso Охранное отделение, Ojránnoyie
otdeléniye, fue el cuerpo de policía secreta del régimen zarista en el
Imperio Ruso, fundado en 1866 tras el primer intento de asesinato de Alejandro
II. Formaba parte del Ministerio del Interior (MVD), ayudado por el Cuerpo
Especial de Gendarmes. Su objetivo principal era garantizar la seguridad de la
familia imperial; dadas las condiciones del país, esto implicaba que buena
parte de sus acciones se centrasen en la represión de actividades
revolucionarias, especialmente por parte de los grupos anarquistas y
socialistas que planeaban acabar con la dinastía Románov.
Retomando,
Nilus fue hijo de inmigrantes suizos y terrateniente en la Gubernia de Oriol.
Estudió derecho, graduándose de la Universidad de Moscú. Luego de una serie de
aventuras se convirtió al cristianismo ortodoxo y en 1901-1903 (así aparece en
el título) publicó el libro “Lo grande en lo pequeño: La venida del
anticristo y el dominio de Satanás en la Tierra”. Luego fue el responsable
de la primera publicación completa de los Protocolos en Rusia: apareciendo este
extraño texto como un apéndice (específicamente en el Capítulo XII, p. 305-417)
a la segunda edición [o tercera por algunas fuentes, desde ahora nombraré 2da y
3ra] de su libro en 1905. Tanta fue la impresión que le causó a la duquesa
Elizaveta Fiódorovna que lo presentó en la corte del Zar Nicolás II. En el
prefacio declara lo siguiente:
«En 1901, conseguí
de una persona que yo conocía… [mariscal de la corte Alexei
Nikolayevich Sukotin de Chernigov] un manuscrito que puso a mi
disposición, en el que, con una precisión y una verdad extraordinarias, se
exponía el desarrollo de la conjuración judeo-masónica mundial, que debe
conducir a nuestro corrompido mundo a su inevitable ruina. La persona que me
dio este manuscrito garantizó que era una traducción fiel de los documentos
originales que fueron robados por una mujer a uno de los líderes más altos e
influyentes de los masones en una reunión secreta en algún lugar de Francia: el
amado nido de la conspiración masónica (…).»
Según
Serguéi Nilus los Protocolos eran las minutas de una reunión de importantes
líderes judíos en el Primer Congreso Sionista de Basilea en Suiza, en el año
1897, en donde fueron emitidos o reeditados (puesto que la alta esfera judía se
reuniría cada cierto tiempo para actualizar sus minutas de procedimientos a los
tiempos modernos). En todo caso, otros afirman que se crearon en otra sesión
secreta de sabios judíos que se había celebrado por aquella época. Pero tomando
la versión más extendida, en Basilea los judíos habrían declarado con toda
naturalidad sus siniestros planes y tramado conquistas mundiales para futuros
cercanos. Con esto Nilus alcanzó la fama, es muy probable que haya sido el
único responsable de la autoría o pudo haberlo realizado junto a otros
desconocidos autores, mitos hay muchos y serán explorados los más importantes
en este trabajo.
Una
investigación secreta ordenada por el jefe del Consejo de Ministros, Pyotr
Stolypin (Primer Ministro y del Interior del Zar Nicolás entre 1906 hasta
1911), pronto determinó que los Protocolos aparecieron en círculos antisemitas
en París alrededor de 1897-1898. Los detalles no se hicieron públicos para
evitar comprometer al jefe de la policía secreta, aunque esto jamás se ha
podido aseverar con seguridad y recae en el campo de la leyenda. Nicolás II al
enterarse de los resultados reclamó que el documento debía ser confiscado, pero
por ironía del destino ocurrió lo contrario, puesto que las reimpresiones del
panfleto se estaban proliferando por Rusia, Europa y el mundo. El historiador
ruso Mikhail Lepekhine considera que los Protocolos fueron parte de un plan
para persuadir al Zar de que la modernización de Rusia fue realmente un complot
judío para controlar al mundo. En 1906 y 1907 apareció en forma de folleto
editado por Georgy Butmí de Katzman, siendo la tercera edición histórica de los
Protocolos, estos ejemplares se distribuyeron en el Imperio Ruso como una
herramienta para tomar como chivo expiatorio a los judíos, culpados por los
monárquicos por la derrota en la Guerra Ruso-Japonesa y la Revolución de 1905.
En el
desarrollo de la revolución los rusos afiliados al Movimiento Blanco (Beloye
dvizheniye) huyeron a occidente, llevaron este texto consigo y lo
propagaron para desacreditar la Revolución de Octubre, evitar que occidente
reconociera a la Unión Soviética y provocar la caída del régimen de Vladimir
Lenin. Hasta entonces, los protocolos habían permanecido oscuros, pero ahora se
utilizaban como arma política contra los bolcheviques. La biblioteca del
British Museum posee una edición con sello de entrada fechada el 10 de agosto
de 1906 que lleva el número “3926d. 17”, a su vez aparecieron numerosas
ediciones en Francia y Polonia, aunque esto sería solo el comienzo, puesto que
en la mayoría de los países e idiomas se editó y vendió profusamente - incluso
en tierras árabes -, en ciertas fuentes se dice que fueron millones de
ejemplares en circulación en las próximas décadas y hasta hoy.
Las
ediciones más notables son: A) la alemana de Gottfried Zur Beeck, “Die
Geheimnisse der Weissen von Zion” (“Los misterios [o los
secretos] de los Sabios de Sión”), publicada en Charlottenburg por
el Auf Vorposten en 1919, 4° pequeño, 256 páginas, con una importante
bibliografía sobre la cuestión hebraica; B) dos ediciones inglesas, la primera
aparecida a principios de 1920 en Boston, aparentemente de Lincolnshire, hecha
por la casa Smalt Majnard and C., y la segunda en Londres, por The Britons
Publishing Society, 62 Oxford Street, titulada “Protocols of the Meetings of
the Learned Elders of Zion”. Todas las copias existentes y conocidas en
Rusia se destruyeron en el régimen de Kerensky, bajo sus sucesores la posesión
de una copia de este libro por cualquiera en tierra soviética era un crimen
suficiente para asegurar un disparo al poseedor (Jouin, 1920, p.2).
Esta
propagación es para muchos escritores prueba suficiente de la autenticidad de
los Protocolos, puesto que la opinión pública mundial calificó estos discursos
como auténticos y verdaderos, la comparación que puede realizarse del libro con
los hechos que han acaecido en el mundo nos deja de manifiesto esa veracidad.
Los periódicos, críticos, autores y comentaristas judíos, por supuesto, apelan
a la falsificación y apocrifidad del manuscrito, alegando que es una vil
mentira como tantas otras que se han creado malignamente sobre su pueblo,
aclarando que fueron los agentes de la Okhrana o el mismo profesor Nilus quien
los creó y colocó en su libro, fruto de su antisemitismo.
El hecho
de que no se haya podido comprobar hasta el día de hoy sus orígenes ha
alimentado el imaginario colectivo del mundo, el cual ha formado sus propias y
descabelladas teorías al respecto. No obstante, se cree por una amplia gama de
sectores que forma parte de una serie de conferencias verídicas que hubo entre
judíos de los más poderosos; los planes abarcarían el “plan de acción” de
aquellos dueños del mundo, de la banca, la economía internacional, la prensa y
de otras instituciones de sumo poder en aquella época y hoy, sus estrategias
serían completamente vigentes en nuestra actualidad tanto en lo privado como en
lo público. Estas creencias han desarrollado una gran ola de antisemitismo que
perdura por su potencia, los planes de esta “superstición política” son además
viejos engaños antisemitas. El mismo libro habría repercutido en Adolf Hitler y
otros líderes de la mitad del siglo XX, refiriéndose a ellos en Mein Kampf; es
debido a su contenido —entre otros documentos— que Hitler desterró a los
masones de Alemania, asesinando a muchos de ellos. No obstante, R. S. Levy y
Randall Bytwerk no están de acuerdo con esto, explican en sus escritos que no
tuvo un gran efecto en Hitler y que los principales líderes nazis dudaban de
que fueran genuinos, pero sí aceptaban la “verdad interior” que poseían como
útil para propaganda (Levy, 2014, p.43-61; Bytwerk, 2015, p.212-229).
Para la
desagracia de la Orden Francmasónica, esta se nombra en múltiples ocasiones en
tal manuscrito como una ‘institución’ de estos poderosos líderes judíos,
prácticamente dueños de todos los conglomerados empresariales más importantes.
De aquí se ha dicho que los adeptos a la Francmasonería, desde ahora solo
Masonería, son fieles marionetas inconscientes de los verdaderos fines que se
buscan: que es dominar a todos los estados y naciones en todas las áreas de
acción, sea de trabajo, educación, saber, culto, economía y más, cumpliendo el
plan milenario de encarnar a Sión, la tierra prometida, en todos los confines
del globo. Es de suponer desde esta teoría que los masones somos dominados por
los Jefes Desconocidos sin saberlo, por ende, somos más ignorantes que el mismo
pueblo profano (el que parece haber alcanzado mayor conocimiento, saber y
conciencia sobre este fenómeno que nosotros los iniciados en la Orden) puesto
que servimos a un terrible poder sin siquiera saberlo.
No
podemos dejar de admitir la influencia judaica en la Masonería, la observamos
en todos los grados y en la misma leyenda Hirámica, el T:. V:. P:. M:. es
siempre el Rey Salomón; el Inspector o el Capitán de la Guardia es Adonhiram y
los otros oficiales sus ministros de fe. La Masonería es ampliamente judaica,
esto ha permitido que tales teorías puedan calar hondo en nuestra institución,
haciendo resurgir estas insólitas historias como una posible realidad, una que
incluso un maestro masón podría ignorar, ¿existe alguna posibilidad de que
estemos totalmente controlados por un grupo de sabios rectores del mundo —o al
menos con anhelo profundo de serlo— y que sirvamos a ese móvil sin saberlo?,
¿cuál es la causa que realmente defendemos al ser masones?, ¿buscamos acaso en
nuestras logias dominar o sojuzgar al mundo, compartiendo como salario la
pertenencia y la autoridad con aquel Rey oculto en las sombras de la historia?
La relación Judeo-Masónica
y su estrecha relación con los Protocolos.
Hay
quienes se preguntan si la Francmasonería es judía, otros identifican sin más a
los masones con los judíos, o a éstos con la tolerancia, el laicismo moderno o
con el odio a la Iglesia y las religiones. Explica el historiador Ferrer
Benimeli que estas características del peligro judeomasónico contra la Iglesia
católica y algunos países en concreto, como por ejemplo, España, han sido
copiosamente cultivadas, entre otros por Vicente de la Fuente en su “Historia
de las Sociedades Secretas antiguas y modernas y especialmente de la
Francmasonería” (Madrid, 1874); Tirado y Rojas en “La Masonería en
España” (1893) y “Las Tras-logias” (Madrid, 1895), y Nicolás Serra y
Causa, “El Judaísmo y la Masonería” (Barcelona, 1907), en los que domina
la idea fija de que el Judaísmo es el padre y origen de la Masonería y de
cuanto terrible y revolucionario suceso ocurre contemporáneamente en el mundo.
Por lo que respecta a Francia, hay que citar a J. Bertrand en “La
Francmasonería. Secta judía nacida del Talmud” (París, 1909) y, sobre todo,
al abate Ernest Jouin, una de las mentes del antisemitismo más exacerbado, con
una obra ampliamente difundida y traducida, una de ellas es “El peligro
Judeo-Masónico. La Judeomasonería y la Iglesia Católica” (París, 1921)
donde analiza a los fieles de la contra-iglesia, es decir, a los
judíos-masones, así como sus actos, con una explicación simplista y parcial de
la actitud anticlerical adoptada en Francia por el Gran Oriente en los años de
auténtico enfrentamiento dialéctico religioso.
Otro de
los preocupados por la judeomasonería fue León de Poncins, con una serie de
trabajos, entre las obras editadas en España hay que destacar “Las fuerzas
secretas de la Revolución. Francmasonería y Judaísmo” (Madrid,
1936). Por esos años, Teodoro Rodríguez publicaba sus “Infiltraciones
judeomasónicas en la Educación Católica” (Madrid, 1932), y V. Justel
Santamaría su obra “Bajo el yugo de la Masonería judaica” (Sevilla,
1937). En 1940, Juan Segura Nieto editaba un libro titulado “¡Alerta!
¡Francmasonería y Judaísmo!”, que enlaza con este tipo de literatura
publicada también en Alemania y Francia, al igual que autores como Erich
Schwarzburg y Georges Virebeau, donde se estudia la guerra civil española del
36’ como fruto de la complicidad judeomasónica, por una parte, y de la
judeobolchevique, por otra. En la misma línea habría que citar a autores como
Tusquets, Carlavilla, Comín Colomer y, sobre todo, el marqués de Valdelomar y
César Casanova, en los que la obsesión constante del peligro judío y de su
identificación con la Masonería sobrepasan los límites. Dentro de los tópicos
desarrollados por un cierto tipo de literatura antihebráica y antimasónica
identifica a la Masonería con el judaísmo internacional o el peligro
judeo-masónico contra la Iglesia católica. Pero en la mayor parte de los casos
la única fuente de información son los célebres Protocolos de los Sabios de
Sión en donde la Masonería es señalada como uno de los medios utilizados por
los judíos para apoderarse de las palancas del mando de la sociedad (Cf.
Ferrer-Benimeli, 1982, p.135-190).
En Chile,
autores como Luis Donoso Z. o Miguel Serrano, entre otros pocos, escribieron
sobre esta corriente de pensamiento —si es que así podemos llamarle— y
particularmente del manuscrito en cuestión aplicado a nuestro país.
Se suele
explicar en distintas ediciones el significado de ciertos términos usados en
los Protocolos, ahora les presento un extracto idéntico que parece ser original
de Nilus:
Ø “Goim (o Goyim): (singular:
“goy”) palabra hebrea que se usa en forma despectiva para referirse a los
gentiles (los no judíos) y que significa ganado.
Ø Sionismo: movimiento mundial
para el avance y cuidado de los intereses político-económicos de los judíos.
Ø Gentiles: (ver “goim” o
“goyim”).
Ø Masonería: en la actualidad son
sociedades secretas que trabajan misteriosamente en la sombra, empleando toda
clase de artimañas subterráneas. En su mayor parte estas organizaciones están
integradas por los judíos, tanto en la cúpula como en sus distintas jerarquías
o grados.
Ø Francmasonería: organización
aristocrática dentro de la masonería, la cual es rica y poderosa. Está
protegida por los soberanos, y cuyos miembros son admitidos en la corporación
luego de una iniciación, seguida de pruebas morales y físicas. Esta secta tiene
la discrecionalidad de eliminar secreta o públicamente a quienes no consideran
aptos.” (Nilus, Galas, p.41-2; Jounin, 1920, p.7)
Como podemos
apreciar, Nilus y sus sucesores consideran a la Masonería y la Franmasonería
como entidades separadas o diferentes, la primera como oculta o ¿salvaje? y la
segunda con miembros de mayor nivel socioeconómico y poder. Además, nos
comunica Nilus que ‘Los Protocolos de los Sabios de Sión’ es un documento que
pone en evidencia el plan de dominación mundial por parte de los judíos. Hubo
numerosos debates sobre el origen del mismo, varios expertos concuerdan en que
fueron creados en 1897 en el Primer Congreso Sionista celebrado en Basilea, o
en esa otra misteriosa sesión secreta de sabios de la que afirman otros
autores, “no es cuestión de creer ciegamente, sino ver y corroborar si la
intención del sionismo por dominar al mundo se repite en todas las épocas y en
todos los países del mundo” (Nilus, ibíd.).
El
antisemitismo también se lo conoce como judeofobia, estas son unas de las más
antiguas formas de exclusión social; aunque comparte ciertas características
con fenómenos afines, como la xenofobia y el racismo, posee un rasgo específico
que la diferencia y hace única: su carácter —en palabras de Gustavo D.
Perednik— “quimérico” (2001, p.31). A saber, la fuerte tendencia de emanciparse
de la realidad cotidiana, en favor de complejos y elucubrados relatos en los
que se atribuye a los judíos una fuerza y una maldad inauditas. Estos relatos,
que rozan en la superstición, constituyen el mito de la conspiración judía
mundial, cuyo ejemplo más clásico son los Protocolos. Psicológicamente, se
emancipa la realidad perceptible con los sentidos, en favor de intrincados
relatos ficticios que ubican la figura del judío como el promotor y
beneficiario de los más indecibles males de la humanidad. En la judeofobia no
se habla de la realidad cotidiana sino de mitos (…), no guarda relación con el
mundo actual, y reposa sobre una ficción alimentada por otras ficciones (Cf.
Guzmán, 2009, p.1 y 6 [nota 38]).
Julius
Evola nos comunica en su famosa introducción y apéndice, ahora en “Galas
Ediciones” (1937-1983, p.5-40) que los Protocolos como otros pocos libros tiene
un valor de estimulante espiritual, revelando horizontes insospechados,
llamando la atención sobre problemas fundamentales de acción y de conocimiento
que en estas horas decisivas de la Historia occidental no pueden descuidarse ni
aplazarse sin perjudicar gravemente el frente de aquellos que luchan en nombre
del espíritu, de la tradición y de la verdadera civilización. La introducción
aparece en la quinta edición de los Protocolos de Giovanni Preziosi de 1921,
asimismo en una versión italiana hecha por la Sociedad Editora de Novissima en
1983, lleva por título “Diez puntos fundamentales del problema hebraico”,
que no trataré a cabalidad por espacio. Dice el autor que “los
Protocolos contienen el plan de una guerra oculta, que tiene por objeto, ante
todo, la destrucción completa de todo lo que en los pueblos no hebreos es
tradición, casta, aristocracia, jerarquía, como asimismo de todo valor ético,
religioso y sobrenatural” (p.12), su plan de acción ha repercutido —en sus
palabras— en los focos de perversión de la civilización y de las sociedades
occidentales, entre otros asuntos. Además, asegura que los Protocolos son un
documento hebraico.
Para
Evola, cobran particular relieve dos puntos de los Protocolos.
- El primero se refiere directamente a
la cuestión hebraica.
- El segundo es de alcance general y
conduce a afrontar el problema de las verdaderas fuerzas que obran en la
Historia.
Evola
menciona que es necesario encarar el famoso problema de la autenticidad del
documento, sobre el cual se ha pretendido tendenciosamente concentrar toda la
atención para medir el alcance y la validez del escrito, “cosa en verdad
irrelevante”. Luego prosigue con una observación de Guénon que es el punto
decisivo que limita la importancia de la cuestión de la autenticidad: “en el
hecho de que ninguna organización real y seriamente secreta, cualquiera sea su
naturaleza, deja tras sí documentos escritos”. Para Evola, desde aquí tan
solo un procedimiento inductivo puede determinar la importancia y el alcance de
textos como los Protocolos, lo que significa que el problema de su autenticidad
es secundario, y que se lo debe reemplazar por el de su veracidad, mucho más
serio y esencial. La conclusión de la polémica que se ha venido manifestando es
la siguiente: aun suponiendo que los Protocolos no sean auténticos, en el
sentido más restringido, pueden considerarse como si lo fuesen, y ello por dos
razones capitales y decisivas, a saber:
1. Los hechos demuestran su veracidad.
2. Responden indiscutiblemente a las
ideas fundamentales del hebraísmo tradicional y moderno (Evola, Galas,
p.7) o son identificables “a través de la esencia del espíritu hebraico”
(ibíd., p.12).
Siguiendo
los postulados de un libro llamado “La verdad más grande de la Historia: Los
Protocolos de los Sabios de Sión” del chileno Luis Donoso Z. entregaré
ciertos datos sobre el tema que tratamos. El libro fue escrito en Santiago de
Chile en 1937, surge como una respuesta al libro de Benjamín W. Segel
(1867-1931) llamado “La mentira más grande de la Historia: Los Protocolos de
los Sabios de Sión”. Segel fue un periodista, autor polémico y político,
conocido por distintos trabajos, entre ellos una monografía llamada: “Welt-Krieg,
Welt-Revolution, Welt-Verschwörung, Welt-Oberregierung” (Berlin: Philo
Verlag, 1926) escrita primeramente en 1924 que luego edita dos años más tarde
en una forma más corta, la investigación consiste en un análisis académico y
una exposición de los Protocolos de Sión. Este texto fue posteriormente
traducido al inglés, editado y publicado por Richard S. Levy, especialista en
la historia del antisemitismo, véase también la obra de Levy: “A Lie and a
Libel, The History of the Elders of Sion” (Lincoln y Londres: University of
Nebraska Press, 1995). Como explica Levy en su sinopsis argumental, en el texto
original Segel escribe una “importante exposición histórica del fraude”,
además se refiere al fenómeno como “un misterio extraño y repugnante del
siglo XX es la durabilidad de los Protocolos de los Ancianos de Sión, una torpe
falsificación que pretende ser una prueba del supuesto complot judío para
gobernar el mundo”.
Dejo la
advertencia que Luis Donoso Z., escritor de varios libros relacionados al tema
del judaísmo, antisemitismo y sentido originario de la Masonería, responde a un
perfil —a mi parecer— de tendencia nacionalista y ultraderechista, expondré
algunos juicios de forma que podamos comprender cuales son las premisas que
inspiran a las almas antimasónicas, anti-judaicas o judeofóbicas,
anti-socialistas o anti-comunistas, puesto que ellos relacionan íntimamente
todos los términos nombrados. Pese a lo anterior, conviene aclarar que, si bien
el libro de Donoso se encuentra bastante documentado en relación al corpus
teórico de las personas que apoyan esta corriente de pensamiento, está escrito
en lenguaje ocasionalmente pueril (exceso de modismos y frases campestres) pero
con gran determinación en la exposición. Donoso es la voz de un grupo muy
grande de personas diversas en el mundo que opina de forma similar, en otros
textos de esta índole he encontrado gran semejanza en la cronología de los
hechos y datos historiográficos.
Además,
he de guiarme por las teorías, historias verídicas, leyendas y mitos más
extendidos con respecto a la universalidad del tema que lleva por título
nuestro trabajo, guiándome en ese camino por Donoso, por Segel, Jouin (o
Jounin, como se ha escrito también su apellido, aunque parece que esta forma es
errónea), Evola y otros, que por su antigüedad de propósitos les conferimos
también —en parte— la dirección intelectual del movimiento, pensamiento o
filosofía que representan. Lo que usted podrá encontrar en los libros y en la
Internet responde comúnmente a esta estructura base, que tuve el agrado de investigar
de estas y otras fuentes confiables, y que son con las que ahora continuaré. Al
exponer en algunos casos el judaísmo de ciertas personas es porque he seguido
la línea que acabo de mencionar, por tanto, conviene aclarar así que tales
personajes podrían estar “involucrados” en el “problema”, en la tiranía, en la
mentira que promueve la tradición o “religión” a la cual pertenecen por
nacimiento o conversión, esto según los autores que representan la promoción de
los Protocolos.
El 26 de
febrero de 1936 la Delegación de Instituciones Israelitas Argentinas publicó un
resumen de la obra del judío Benjamín Segel, el que fue repartido profusamente
entre los delegados a la Conferencia de la Paz, celebrada en Buenos Aires a
fines de diciembre del mismo año. En este libro Segel buscó demostrar “sin
conseguirlo” (en palabras de Donoso) la apocrifidad de los Protocolos; de
hecho, en el libro completo del chileno [Donoso] se refutan los argumentos y
razones con las que Segel fundamentó su tesis, buscando con ello desvanecer la
atmósfera que el contenido del primero haya podido formar en el ánimo y en la
conciencia de sus lectores.
Donoso,
basándose entonces en Segel, escribe “difícilmente el cerebro humano ha
producido otra obra que haya interesado más, que haya provocado mayores y más
enconadas controversias y sobre todo de la que se hayan hecho más ediciones en
casi todos los países e idiomas del mundo” (1937, p.3). Estos documentos
han llamado la atención y tan seriamente preocupado a las personas y gobiernos
de diferentes etnias e ideologías, “realmente es una locura sin precedente y
sin rival en los anales de la humanidad” (ibíd., p.4). La obra de Segel
cuenta con un prólogo de Leopoldo Lugones, literato, masón, teósofo, escritor y
respetado erudito argentino; Lugones dice que el libro de Segel debe difundirse
por cuanto tiende a desautorizar la propaganda antisemita.
Prosiguiendo,
explica Donoso que no importa en qué país nazca el judío, porque no actuará
jamás como esas nacionalidades que lo acogen, sino siempre como judío; todo lo
que pueda hacer como ciudadano lo hará no para el país en que nació y reside,
sino para y por su raza, que no tiene nación ni patria. Esto porque el judío en
donde quiera que haya nacido o viva, no reconoce jamás como propia o como suya
ninguna Patria; porque no tiene más conciudadanos que el judío ni otra raza que
la judía; eso sí, se entrometerá en todo lo que pueda beneficiarlo a él y a los
suyos, sin tomar en cuenta para nada la Nación, gobierno o demás habitantes de
ese país (Cf., ibíd., p.6).
La Guerra
Mundial (la primera, no olvidemos que estos libros son de la década del veinte
o treinta), dice Segel (siempre citado por Donoso, ibíd., p.8) al exponer los
mitos más generalizados, que habría sido provocada por los agentes de esa
fabulosa conspiración que lleva a la práctica los Protocolos, con el fin de
precipitar las hecatombes sociales que sobrevinieron después del conflicto. “A
la guerra seguiría, como la causa a su efecto, el desmoronamiento de las monarquías
de Rusia y Alemania. Al descalabro de estas, sucedería luego la consagración
del bolcheviquismo y del régimen republicano de gobierno, como sistemas
políticos dominantes en Europa” (Segel citado por Donoso, ibíd.). No es
relevante que el manuscrito —dicen sus promotores— haya sido escrito o no por
el judaísmo, sino que lo es por el hecho de que revela las verdaderas
intenciones de ese pueblo de dominar a los no-judíos (los pueblos de los goim o
goyim) y la gran coincidencia que existe en sus postulados con las situaciones
que acontecen en el mundo en los últimos siglos. Se ha dicho ampliamente que
los Ancianos de Sión prepararon paciente y metódicamente la guerra mundial de
1914, la cual fue originada a partir de las discordias y los odios sembrados por
ellos entre las Naciones Europeas, la conflagración habría tenido por finalidad
el derrumbe de la monarquía rusa, en cuyo lugar los judíos habrían establecido
el comunismo. Lo propio se les imputa con relación al régimen monárquico de
Alemania (Donoso sobre Segel, p.26). Para los promotores del antisemitismo la
primera guerra mundial se planeó y confabuló (asimismo otros eventos
relacionados) en los “antros tenebrosos de las sinagogas judías y logias
masónicas, al menos así lo sospecha y lo conjetura y lo presiente la inmensa
mayoría de la humanidad no judía” (p.27). Los Protocolos son un programa de
acción, es así que los regímenes comunistas son implantados por el judaísmo. A
su vez, Evola (ibíd., p.19) dice que también son hebreos Marx, Lassalle, Kautsky
y Trotski, los que suministran a las masas, mediante una deformación
materialista del mito mesiánico, las armas ideológicas más poderosas, y que
subordinan su movimiento a una finalidad bien definida: la destrucción de todo
resto superviviente de verdadero orden y de diferenciada civilización.
Donoso
cree a lo largo de todo su libro que Segel, con o sin intenciones de hacerlo,
entrega muchas verdades sólidas sobre los Protocolos que escapan al común
conocimiento, por tanto, en ocasiones hace notar irónicamente que el periodista
judío parece perjudicar a su propia patria, que también le llama “raza”,
“religión” y otros términos, pero nosotros sabemos que el judaísmo es un
“estilo de vida” o una “forma de pensamiento y actuar” más que las connotaciones
anteriores. Para el escritor chileno todos los hechos terribles que se han
desatado a lo largo de la historia de occidente en los últimos siglos son obra
exclusiva del judaísmo, secundado eficazmente por la Masonería (la cual solo
aparece hace 300 años, por lógica no se le puede inculpar de participar en los
desastres que asume el autor desde la época Imperial y más atrás; para Nilus la
conjuración hebraica inicia en el 929 a. C.).
Para los
pensadores anti-judaicos así es como fue destronado el Zar y el Kaiser al golpe
traidor y alevoso de la fabulosa conspiración secreta, en la que sus
principales agentes y dirigentes fueron los judíos y masones de esos dos
Imperios. Pero el autor, como he dicho, ilustra su libro con muchos más hechos
históricos en los que estuvo involucrado el judaísmo y que generaron el
sangramiento de la humanidad, presentando distinta evidencia al parecer
verídica. Segel, nuevamente al plantear los mitos más extendidos, dice que los
Sabios de Sión constituyen el comité ejecutivo u organismo Central del gobierno
del pueblo judío, son el supergobierno oculto del mundo (citado en Donoso,
p.24), lo que se traduce en un Imperio Universal Judío o Sionarquía
Internacional; Donoso aprovecha estas palabras astutamente para demostrar que
la literalidad de la exposición de Segel sirve como una auto-confesión
judaica.
Sobre la
intervención de los judíos en las revoluciones modernas, Segel se refiere a
tres que ocurrieron en Francia entre los siglos XVIII y XIX: la de 1789, 1830 y
1848, sosteniendo que las primeras dos fueron creadas por los filósofos,
masones e illuminatis (Segel citado por Donoso, p.9). El chileno responde,
entre otras cosas, que el 27 de septiembre de 1791 se proclamó la emancipación
de los judíos en Francia, la que fue llevada a la constituyente por la
Masonería, siendo el masón Mirabeau (Honoré Gabriel Riquetti, Conde de
Mirabeau) su defensor y paladín, luego acota que este fue íntimo amigo del
judío Adam Weishaupt, fundador de la Orden de los Iluminados de Baviera o Illuminatis
y de sus adeptos. Luego se pregunta: ¿si no había judíos en Francia en 1789
(como dice Segel), por qué y para qué pedía la Masonería la emancipación de los
judíos en 1791, dos años después de la revolución? Con esto el autor se apoya
en diversas fuentes, una de ellas es la siguiente: el famoso rabino Isaac Wise
en «The Israelite» del 3 y 17 de agosto de 1855 declara que la Masonería
es una institución judía, cuya historia, reglamentos, deberes, consignas y
explicaciones son judías desde el comienzo hasta el fin, con excepción de
alguna regla secundaria y algunas palabras en el juramento.
“Es un
hecho innegable que la Masonería es obra del judaísmo”, “la revolución
francesa fue obra exclusiva de la Masonería”, esta última es en
consecuencia “su brazo derecho, instrumento dócil y servil, del cual dispone
incondicionalmente cuando y como se le da gana al judaísmo”, estas son
frases comunes entre nuestros detractores, es decir, los que promocionan y
apoyan esta perspectiva de los hechos; estos grupos piensan aún en nuestra
actualidad de manera similar a Donoso. Convengamos también en que no son pocos
los que reflexionan así, sino que esta doctrina —muy justificada con un gran
despliegue de material histórico, sociológico, biográfico y más— posee un gran
número de adeptos a lo largo del mundo. No todos ellos son neonazis,
neofascistas, nacionalistas, negacionistas, fundamentalistas islámicos, grupos
de extrema derecha o de extrema izquierda (los últimos consideran el sionismo
como una ideología racista y colonialista equiparable al apartheid
sudafricano), u otros, sino que una buena parte son simplemente personas no
judías.
De igual
modo, comenta Donoso, en numerosos documentos secuestrados de los Archivos
Masónicos de Budapest en 1919 denominados «La Franc-Maçonneire en Hungrie»
(prefacio de Charles Walf, Budapest 1921) aparece explícitamente que la
Masonería es una obra judía. Para nosotros que ostentamos el grado de Maestro
Secreto esto no es una novedad, ¿o sí? la Masonería contiene muchos elementos
simbólicos de esa tradición, ¿pero podríamos asegurar que la institución es
creada por el judaísmo o que lo haya sido como un instrumento de manipulación?
Otras citas del escritor chileno apelan que “el libro [uno de los
encontrados o secuestrados] contiene una Constitución de la Gran Logia
Simbólica de Hungría impreso en Budapest en 1905 que lleva la fecha de la era
judía 5886”, además “el texto de los votos pronunciados por los miembros
está concebido en lengua hebraica”. Además, Donoso en otra obra suya
titulada “Masonería bajo el Aspecto Social, Político y Religioso” alude
poseer una gran cantidad de material que acredita el judaísmo en la Masonería.
La
Masonería es evidentemente heredera de la tradición judaica antigua, pero
además de muchas otras que fueron importantes en la Historia, como la romana,
griega, egipcia, persa, babilónica, caldea, medieval, entre otras, vestigios
todas de la antigua filosofía iniciática; a ello sumo otras corrientes de
pensamiento como la gnóstica, neoplatónica, neopitagórica, alquímica y más.
Pero aquellos detractores insisten que nosotros, integrantes de las logias,
hemos planeado y organizado todas o casi todas las revoluciones que han
desangrado a la humanidad en los últimos siglos, el autor dice que existen
cientos de registros masónicos que acreditan que estuvimos detrás de esas
revoluciones, en los cuales admitimos explícitamente nuestra maquinación y
participación. Lamentablemente esto se obtiene de forma clara desde los
Protocolos, la relación que su misterioso autor (¿Nilus o un poderoso judío?)
deseo plasmar entre tal tiranía judaica y nuestra Orden es irrevocable.
“El
atentado en Sarajevo: el asesinato el 28 de junio de 1914 del Archiduque
Francisco Fernando de Austria y de su gentil esposa, fue orquestado por las
logias”, esto por hermanos masones como Cabrinovic, Tiganovich, Tankosic,
Kasimirowic, que fueron partícipes del atentado, algunos de ellos declararon
que fue todo planeado en los templos y que eran masones los que facilitaron las
armas y enseñaron a los terroristas a utilizarlas. “Por tanto, la guerra del
14’ fue obra de la confabulación judío-masónica” (ibíd., p.15).
Segel
dice que “ninguna de las publicaciones de ese género ha sido tan influyente
ni de tanta consecuencia en el mundo, como el extraño libro titulado Los
Protocolos de los Sabios de Sión” (citado por Donoso en p.16), por ello es
un libro de las más fatales y ruinosas consecuencias para aquellos pueblos en
que se han puesto en práctica sus postulados. “Constituye un Documento de
aparente autenticidad, que probaría la existencia de una conspiración de
irradiaciones universales. Desde la revolución francesa, la guerra del 14’ y la
de España fueron destinadas a exaltar al bolcheviquismo, con el propósito de
hundir para siempre a las civilizaciones de la cristiandad” (Segel citado
por Donoso, ibíd.). “Con los Protocolos los conspiradores hacen una
confesión general, tanto de sus trabajos realizados y por realizarse, como de
sus principios morales, todo lo que arrojaría luces reveladoras sobre caminos
ignorados de la historia”. El Times de Londres el 8 de mayo de 1920
escribió: “¿Dé donde procedería, en ese caso, el fantástico poder de
profecía que parece palpitar en ellos (Los Protocolos) y cuyos
anuncios en parte se han cumplido y en parte habrán de cumplir?”. El
Morning Post de Londres por esos años creó una serie sobre el tema de 23
artículos titulada “La causa de la intranquilidad mundial”.
Bajo
estas perspectivas, entonces, el judaísmo patrocina a la Masonería y es un órgano
creado por ellos, esto está vinculado con el desarrollo del comunismo, así como
se apreció hasta esa fecha en la revolución de España, México, Rusia. De hecho,
la revolución soviética fue financiada por el jefe de la poderosa Banca Kuhn
Loeb & Co., Jacobo Schiff, que en 1917 proporciona subsidios al judío
Trotsky para establecer en Rusia el comunismo, como él mismo lo declaró
públicamente. Además, Schiff apoyo también otras causas similares, del mismo
modo que la revolución soviética fue apoyada por otras empresas y magnates
judíos (Cf, p.19-20), la evidencia dice que estas firmas estarían aliadas con
otras importantes de su nivel. “Sí, todo lo que ha pasado en el mundo en
estos últimos tiempos y lo que está pasando, todo está estipulado y se está realizado
de acuerdo con lo que al respecto establecen los protocolos”, otra cita de
Donoso: “(…) Rusia, México, España, Francia, Inglaterra, Estados
Unidos, son espejos en los que puede verse reflejado el cumplimiento exacto de
los protocolos” (ibíd., p.22). Entonces, bajo estas ideas, el capitalismo y
el comunismo, solo aparentemente opuestos, son una misma cosa: instrumentos
judíos de dominación mundial.
El autor
dice que en Chile está ocurriendo lo mismo —en el decenio del treinta— lo cual
fue escrito hace noventa años y ahora en nuestro 2021 encontramos según sus
promotores eventos mucho más desarrollados de este plan manipulador. En los
Protocolos se atribuye una fuerza y un poder avasalladores a los judíos en las
relaciones internacionales de todos los países, esto por ser los dueños de las
grandes empresas y del comercio internacional: el aumento de los salarios se
traduce en un aumento inmediato del precio de los productos de primera
necesidad, lo que es “obra de los judíos”. Y como dice Evola, en la cúspide
estará el Rey de Israel, y la antigua promesa del Regnum del
“pueblo elegido” se realizará.
A
continuación, más detalles sobre el origen y la difusión de los Protocolos.
Los
Protocolos son los informes de los planes de la conspiración de “Los Ancianos
de Sión” presentados en las 24 sesiones secretas del Primer Congreso Sionista
celebrado en 1897, convocado por el Dr. Theodor Herzl, padre fundador del
sionismo moderno; además, dichos informes o discursos habrían sido redactados
por él mismo (según la creencia más generalizada). Una copia auténtica del
manuscrito atribuido a Herzl cayó en manos de un espía ruso que se introdujo a
las sesiones del Congreso y que dicha copia fue entregada a Sergio Nilus en
Moscú, quien resolvió publicarla solo ocho años después de tenerlos en su
poder, es decir, en 1905, este hecho histórico o mito se obtiene incluso en el
libro de Segel. También se dijo que fue robado de una organización judía
secreta o de la misma Masonería, lo que a todas luces es una mentira.
No
obstante, las tesis judaicas o las que defienden al judaísmo han apelado que en
esa demora de ocho años Nilus pudo modificar el contenido de los documentos,
las respuestas negativas de los detractores son dos objeciones principales: 1)
que ya en 1901 existía una edición de los Protocolos; 2) que Nilus ocupó el
tiempo transcurrido hasta que salió a la luz la segunda o tercera edición de su
libro en 1905 en hacer “todo lo humanamente posible para poner sobre aviso a
los círculos dirigentes de Rusia, respecto de la tempestad que les amenazaba y
que se anunciaba claramente en los mismos Protocolos” (p.29-30), “y como
no se le hizo caso, de ahí su resolución de publicarlos, para que, viendo el
peligro por sus propios ojos, se resolvieran a tomar medidas para conjurarlo”.
Parece que las razones por las cuales Sergio Nilus no editó los Protocolos
apenas recibió la copia son lógicas y convincentes para los no judíos, en
cambio, a ellos no les conviene aceptarlas, apelan los promotores.
Ahora es
necesario entregar información sobre el Proceso de Berna en 1934, estos fueron
los juicios que se hicieron en Suiza para aclarar la veracidad de los
Protocolos, puesto que el contenido estaba generando muchos problemas en
Europa; la acusación se basaba en el artículo de la Ley del Cantón concerniente
a la investigación por medio de la prensa y de la literatura inmoral. De allí
se ha citado una declaración del rabino de Estocolmo —Dr. Mordecai Ehrenpreis
(Marcus)— en Berna, aquí el rabino dijo que ese Primer Congreso constaba de
sesiones públicas y no secretas; también dijo que la única finalidad del
movimiento Sionista era fundar en Palestina una Patria judía. Para Evola, el
hebraísmo trató de desviar el proceso concentrándolo en el problema de la
autenticidad del documento, para llegar a la conclusión deseada, además de
servirse de un juez judío marxista. En la primera instancia del proceso
obtuvieron éxito, pero no tanto en la segunda, que fue en noviembre de 1937.
“El
primer Congreso ha tratado únicamente lo que aparece en sus verdaderos
protocolos, editados por la organización sionista” dicen los promotores,
apelando que esta noción es confirmada por un escrito de “Mundo Judío” —órgano
oficial del movimiento judío en Chile— en su número sobre los problemas de la
cultura en el congreso de Basilea de 1897. “Los judíos, para probar la
apocrifidad de los protocolos, solo deberían publicar los ‘verdaderos
Protocolos’, aquellos que según Markus Ehrenpreis, participante del Congreso,
sirvieron como base de todas sus discusiones; pero hasta hoy, no lo han hecho,
ni siquiera una excusa de su no publicación (…)”, ¿por qué no los publican?”
(Cf. Donoso, p.35-6).
Esto fue
dicho en 1937 y mantiene vigencia hasta hoy, nunca los judíos se han defendido
al publicar los verdaderos Protocolos, por tanto, no se ha podido marcar la
diferencia entre los discursos que han llegado a nosotros y los que de verdad
ellos podrían poseer. Aquí entra la duda: ¿por qué entonces tanta negación de
la existencia del documento si sus exposiciones fueron públicas, o de que por
esa misma razón hayan caído en manos de un espía ruso? Los anti-judíos dicen
que no debería afectarles asumir la verdad de los hechos, además que todo acto
tiene una consecuencia prevista o imprevista. Por consiguiente, a partir de lo
recién expuesto, estos son dos enigmas sin resolver: 1) si las sesiones fueron
realmente públicas o no (aunque ningún asistente divulgó lo que en ellas se
discutió, esto ha generado la pregunta de por qué guardar con tan absoluta reserva
lo allí hablado si el programa era para todo espectador); 2) que los Protocolos
leídos y discutidos en el Congreso de Basilea nadie los conoce hasta hoy y los
asistentes se negaron a darlos a conocer. ¿Fueron públicas o secretas las
reuniones?, ¿se leyeron y se discutieron en ella o no los Protocolos?, ¿dice la
verdad o miente Ehrenpreis?, ¿qué fin llevo a “Mundo Judío” a publicar esto y a
Segel en repetirlo? se pregunta Donoso.
Adicionalmente,
Theodor Herzl, a quien se le atribuye “muy fundadamente” haber sido el
redactor y relator de dichos documentos, publicó en la primavera de 1896, meses
antes de la celebración del Congreso, a manera de ensayo por intermedio de la
librería de Breitstein un libro titulado “Der Judenstaat” (“El Estado
Judío”) con el propósito de resolver el problema social judío con
pretensiones de unificación internacional e independiente. Además, poco antes
él mismo habría estado sondeando y gestionando el establecimiento de un Estado
judaico dentro del territorio argentino, lo que fracasó. “El judaísmo
continúa insistiendo en semejantes pretensiones, gestiones sobre las cuales,
indudablemente debió informar Herzl en el Congreso de Basilea” (Donoso,
p.32). Un año antes en 1895, según una crónica de los “Diarios” de Herzl
publicada el 14 de julio de 1922, este se habría reunido en Inglaterra con el
Coronel Goldsmid —que era un judío que se hacía pasar por cristiano—, oficial
del Ejército inglés que le sugirió un plan para expropiar la aristocracia
inglesa, luego Herzl inspirado habría incluido esto en el Protocolo VI; también
un acontecimiento entre el líder del sionismo y su sucesor, el Dr. Chaim
Weizmann, habría generado el Protocolo XI (Cf. Jouin, p. 4-5), por entregar
algunos ejemplos. Lo de Wizmann proviene originalmente de una edición anónima
de 1934, que amplía las impresiones de Nilus sobre la venida del Anticristo.
Además,
aunque los judíos “se abstienen en admitirlo”, la primera edición que se
hizo de los Protocolos fue en 1901 y no en 1905, ¿quién la hizo? No se sabe. Pero
lo que se sabe es que la de Nilus de 1905 y que publicó agregada a la segunda o
tercera edición de su libro “Lo grande en lo pequeño y el Anticristo como
posibilidad inminente de gobierno” ocho años después de celebrado el
Congreso de Basilea, por las razones antes expuestas, es realmente la segunda
de las ediciones históricas de los Protocolos. Se tiene registro que fueron
solo mencionados en la prensa rusa en abril de 1902, específicamente por el
periódico de San Petersburgo “Novoye Vremya” y que fue por el conservador
Mikhail Menshikov, su artículo se tituló “Conspiradores contra la humanidad”,
pero en este caso solo fueron mencionados y no publicados. El autor describió
su encuentro con una mística llamada Yuliana Glinka, quien le mostró los Protocolos,
pero él se mostró escéptico y no los dio a conocer (otra versión dice que
fueron robados por un periodista francés en Niza). Otro testimonio histórico de
los promotores de los Protocolos es el que menciona Evola, quien dice que el
texto en 1893 se hallaba en poder de un tal Stefanoff, y en 1902 de Nilus, y
que en 1903 ya había aparecido integralmente en el periódico ruso Znamya,
perteneciente al movimiento “Black Hundred” o “Cien negros” en castellano, que
fue propiedad de Pavel Krushevan (mov. también conocido como los
negros-cienistas, fue una corriente reaccionaria, monárquica y
ultranacionalista rusa a principios del siglo XX, partidarios de la Casa de
Romanov). ¿Esto significa que Herlz lo redactó antes de 1893, considerando que
el Congreso fue cuatro años después?, de nuevo quedan más preguntas que
respuestas concisas, como aclaré en la introducción, esto suele ocurrir en el
debate de los que luchan por la autenticidad o no de los Protocolos.
Por otra
parte, Henry Ford en su libro “El Judío Internacional: un problema del mundo”
de 1920 denuncia las actividades judías en numerosas naciones y particularmente
en su país. Ford leyó los Protocolos, sirviéndole de inspiración y contenido
para su libro, el mismo Segel admite que así fue (véase la entrevista de Ford
en el Mundo de Nueva York, el 17 de febrero de 1921). Pero luego de la
publicación fue hostilizado y molestado por judíos, y para liberarse de los que
“tan injusta como tenazmente” (palabras de Donoso) le molestaban, “dicen”
que hizo una declaración en la que dejaba constancia de haber sido mal
informado sobre lo que denunciaba en su libro respecto del judaísmo. Los
antimasónicos y antijudíos comentan que esa declaración o carta jamás apareció
públicamente, “la retractación no existe, ni puede existir en un hombre como
Ford”, esta sería una de las muchas “mentiras judías”. La
declaración de Ford fue supuestamente realizada en el verano de 1927,
arrepintiéndose de las publicaciones realizadas en su periódico “Dearborn
Independent” y en su libro (el cual compila muchas de esas publicaciones).
Además, se cree que el autor real de esos artículos del periódico fue el editor
William Cameron. Donoso escribió que los ejemplares y re-ediciones del libro de
Ford en Chile desaparecieron velozmente de las tiendas, ¿las hicieron
desaparecer?, se pregunta de igual manera el grupo antijudío, alegando que el
extremo agotamiento de las ediciones fue muy sospechoso. Según Donoso, en el
año 1924 en Chile se produjeron 25.000 ejemplares de los Protocolos y 500 del libro
de Ford, pero estos desaparecieron a los pocos días de las tiendas.
Para
nuestro país, Miguel Serrano escribió “El Plan Andinia: estrategia Sionista
para apoderarse de la Patagonia Chilena y Argentina” (1987) y “Los
Protocolos de los Sabios de Sión y su aplicación en Chile” (1988). El
primer libro tiene sus antecedentes ideológicos en Argentina, particularmente
de la doctrina peronista, según Leonardo Senkman (1986, p.108), la idea ahora
trabajada por Serrano denuncia que los judíos buscan ocupar el territorio de la
Patagonia en estos dos países y fundar allí un Estado judío, el plan no solo es
político, sino también mítico y de sangre, por ello insta a que los jóvenes
nacionalistas chilenos y argentinos colonicen el extremo sur. La diferencia entre
Serrano y Donoso (incluso L. Meurin o E. Jouin) es que el primero suma al
cristianismo en la conspiración.
A
continuación, el problema de la autenticidad de los Protocolos.
Es
importante mencionar que Segel, entre otros escritores e historiadores,
señalaron que “Los Protocolos” son un plagio de la obra del abogado parisino,
supuestamente masón y revolucionario Maurice Joly “Diálogo en el infierno
entre Maquiavelo y Montesquieu, o la política de Maquiavelo en el siglo XIX”
publicado en Bruselas por A. Mertens el año 1864, que contiene pasajes
paralelos y similares en una violenta sátira contra la política de Napoleón
III, sin embargo el nombre de este último no es pronunciado ni una sola vez, es
Maquiavelo el que habla en su lugar, mientras que Montesquieu juega el papel de
hombre honesto al que escandaliza la hipocresía y el cinismo de su interlocutor[1].
Además,
otra teoría dice que en el libro de 1868 titulado “Biarritz.
Historisch-politischer Roman” de Hermann Goedsche se describe una reunión
de príncipes de las doce tribus de Israel junto a la tumba de un Santo Judío en
el cementerio de Praga, reunión en la que presenta cada uno de los príncipes un
informe “de lo ya hecho y de lo que queda por hacer”. El capítulo fue
traducido al ruso como un folleto separado en 1872. Contenido que permitió a un
tal Stanjet, comentador judío, deducir que el contenido de ellos se asemejaba
asombrosamente al contenido de los Protocolos. Esta tesis fue apoyada por el
judío Otto Friedrich en 1920 al comparar las novelas de Goedsche y los
Protocolos, llegando a la conclusión de que los discursos de los príncipes de
la novela de Goedsche[2] y el discurso rabínico expuesto en el
libro de Gottfried Zur Beeck[3] coincidían en forma y contenido.
Entonces
—al amparo de estas premisas pro-judías— Goedsche plagió a Maurice Joly e hizo
el capítulo llamado “En el cementerio judío de Praga” en el que se describe una
cabal rabínica secreta, denominada el ‘Consejo de Representantes de las Doce
Tribus de Israel’, que se reúne a medianoche en el cementerio para una de sus
reuniones centenarias, informando sobre el progreso de su conspiración a largo
plazo para establecer la dominación mundial. Entre los métodos para lograr este
objetivo se encuentran la adquisición de tierras, la transformación de
artesanos en trabajadores industriales, la infiltración en altos cargos
públicos, el control de la prensa, etcétera. El presidente Levit —un personaje
y príncipe de una tribu— expresa al final de su reunión el deseo de ser los
reyes del mundo en cien años. Este “discurso del rabino”, ficticio o no, fue
citado con frecuencia más tarde como un episodio auténtico e invocado como una
prueba (ahora un precedente) de la autenticidad de los Protocolos. Goedsche es
conocido por la fabricación de una conspiración judía, como hemos visto.
Además,
Segel trata despectivamente la obra de Roger Mousseaux[4] y sus pensamientos, los cuales contienen
ideas que fueron revividas por la serie de novelas de las que Goedsche fue
autor entre “1860 y 1870” (según Segel). Para los promotores de los Protocolos
y antijudíos por antonomasia esto no es posible, porque el mismo Segel dice que
la obra de Mousseaux se editó en 1869. “¿Y si la editó en 1869, como pudo
Goedsche hacer revivir las ideas de Mousseaux en las novelas que publicó desde
1860 a 1868, es decir, ocho años antes que se publicaran esas ideas?”
(ibíd., p.13).
Evola y
Donoso citan además a la princesa Catherine Radziwill, que había sido rea
confesa de estafa y falsificación de cheques, y por ello condenada a tres años.
La princesa —al igual que el conde Du Chayla— declaró que los Protocolos fueron
creados y compilados en 1904-1905 por tres agentes de la policía secreta rusa
con el objeto de fomentar la campaña anti-judía, entre ellos se encontraba el
jefe del servicio secreto ruso en París, el General Pyotr Ratschkowsky. Este
último mostró supuestamente a la princesa los documentos terminados y le
aseguró que eran falsos, las declaraciones de la princesa se imprimieron en un
periódico judío de Estados Unidos en 1921, se basaron en esta evidencia el
perito Loosli, Baumgarten y Meyer en Berna (Evola, ibíd., p.9-10; Donoso,
p.71-2). Sin embargo, los detractores dicen que en ese año los agentes
(Manasevich-Manuiloff, Matvei Golovinski y el jefe-general) ya no se
encontraban en la capital de Francia, por tanto, las declaraciones son
consideradas falsas, además apelan que se debería dudar de una sospechosa y
criminal como ella, y de un aventurero y traidor como el conde. Diversos
historiadores han acusado a Golovinski la autoría, entre ellos Konrad Heiden,
Mikhail Lepekhine y Vadim Skuratovsky, este último rastreó influencias de la
prosa de Fyodor Dostoyevsky en los escritos; sin embargo, otros niegan que haya
sido él, entre ellos Michael Hagemeister, Richard S. Levy y Cesare De Michelis.
Curiosamente, Golovinski trabajó con Charles Joly (hijo de Maurice Joly) en el
diario “Le Figaro” de París.
Otros
datos sobre estos descubrimientos merecen ser también nombrados. Segel cita a
H. L. Strack, que fue profesor de la Universidad de Berlín, el cual entrega
otra evidencia sobre la procedencia de los Protocolos. A él y a un corresponsal
del Times de Londres en Constantinopla se le otorga el siguiente
descubrimiento, pero fue el segundo quien publica primero la noticia el 16, 17
y 18 de agosto de 1921, en esos comunicados el corresponsal nos narra que compró
a un ex funcionario de la Okhrana un libro en francés muy viejo, en mal estado,
sin tapa ni título, al leerlo le recordó numerosos pasajes de los Protocolos.
Finalmente, el libro escrito antes del derrumbe del Segundo Imperio terminó
siendo el de Maurice Joly, el cual dio mucho que hablar en Francia en época de
Napoleón III, cuya segunda edición se publicó en Bruselas en 1868. Luego Strack
declararía que él llegó a la misma conclusión del plagio, solo que no dio a
conocer el hallazgo antes que el corresponsal.
Por ello,
todas las fuentes originarias de los Protocolos son conocidas nada menos que
desde 1921, lo cual se ha querido ocultar o rebatir. El desconocido militar
perteneciente a la policía secreta del Zar o sus compañeros plagiaron el libro componiendo
los pasajes a su manera para acabar presentándolos como los Protocolos que
conocemos, es más, la política de Napoleón III no pretendía la destrucción
mundial, no tenía nada de bolchevique. Con esto, traigo las palabras de
Ferrer-Benimeli: “la conclusión es clara: una obra que encaja en las
circunstancias concretas del medio ruso con un escrito apócrifo destinado a
desacreditar a los judíos y sus compañeros de viaje los masones” (ibíd.). Y
como dijo Segel, “el contenido del libro de Joly resultó ser una de las dos
fuentes de que se sustrajeron los materiales para confeccionar los Protocolos,
Una de ellas, la olvidada Novela de Goedsche que suministró los planes tomados
por los ‘ancianos de Sión’ y la otra, la obra de Joly, que brindó los principios
doctrinarios sobre los que se fundan los planes” (citado por Donoso, p.50).
Las
doctrinas de Mousseaux y las de Goedsche fueron defendidas en círculos
europeos, logrando un auge inusitado, especialmente en Rusia, esto debido a la
acción desarrollada por la Okhrana, según las tesis pro-judías. Estas hipótesis
defensoras de la apocrifidad de los Protocolos son descartadas tajantemente por
el numeroso bando contrario, los que creen firmemente que los Protocolos son
una obra estrictamente judía que salió a la luz, o bien que fue escrita por
Teodoro Herzl. Pero Goedsche no pudo haber tomado las ideas de Mousseaux porque
no las conocía o porque no existían directamente, en virtud de los años.
Entonces, los pro-judíos han dicho que fueron agentes rusos los que en Francia
confeccionaron los Protocolos con extractos y copias de la obra de Joly; de
igual suerte se ha dicho que fueron confeccionados en Rusia por agentes de ese
país basándose en documentos encontrados en los archivos secretos del Imperio.
Pese a que se ha culpado a la Okhrana, C. Ruud y S. Stepanov concluyeron que no
hay evidencia sustancial de su participación ni tampoco circunstancial fuerte
en su contra (1999, p.203-273). En Alemania los profesores, asegurando que eran
hechos reales, asignaron los Protocolos a los escolares para que los leyeran
mientras el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán llegaba al poder en 1933.
A su vez, la totalidad de las fuentes promotoras de los Protocolos culpan a la
Francmasonería, también a los Illuminatis, al Priorato de Sión, a los
Caballeros Templarios y la Orden del Temple.
Tomando
en consideración toda la evidencia recabada, es necesario aclarar que los
Protocolos son una obra creada a partir del plagio de los autores nombrados,
por ello no es original ni tampoco remite a aquellos misteriosos sabios judíos,
es una obra de ficción, lo cual ya está comprobado por el análisis científico,
comparativo y lingüístico. Incluso, existe una tabla que circula por Internet
que compara todos los extractos que fueron copiados de Joly y luego colocados
en los Protocolos, uno por uno, con una totalidad para algunos autores de 160
pasajes. Herman Bernstein en 1921 publicó en Estados Unidos un libro completo
que documentaba el engaño; Vladimir Burtsev hizo algo similar con su libro de
1938. El periódico británico ‘The Times’ en 1921 denunció finalmente que era
fraudulento (noticia escrita por Philip Graves), lo mismo hizo el alemán
‘Frankfurter Zeitung’ en 1924. No obstante, sigue estando disponible en
numerosos idiomas, en forma impresa y en Internet, por añadidura se sigue
presentando como un documento genuino. El invento pretende ser fáctico, pero la
evidencia textual muestra que no pudo haber sido producido antes de 1901. El
título de la edición de Nilus contiene las fechas “1901-1903” y para los
teóricos es probable que se haya escrito realmente en ese momento en Rusia. Si
la ubicación de la falsificación en esos años es correcta, entonces fue escrito
al comienzo de los pogromos antijudíos en el Imperio Ruso, Cesare G. De
Michelis sospecha que las personas que están involucradas fueron directamente
responsables de incitar los pogromos (De Michelis, 2004, p.76-80; Ben-Itto,
2005, p.280); incluso, Pavel Krushevan, al que ya me he referido por ser el
editor de Nilus, inició el pogromo de Kishinev en abril de 1903, cuatro meses
antes de la publicación del manuscrito en el periódico Znamya, que fue del 28
de agosto al 7 de septiembre (Kadzhaya, 2005).
Finalmente,
como escribió Ferrer, todo lo dicho se sabe desde 1921, pero se continúa
ignorando ese saber en nuestros días, el manuscrito se sigue publicando y se
sigue creyendo en esa fabulación (ibíd.). Así ocurre aún en Medio Oriente,
donde un gran número de regímenes, líderes árabes y musulmanes lo respaldan: lo
hicieron los presidentes Gamal Abdel Nasser y Anwar Sadat de Egipto, el
presidente Abdul Salam Arif de Irak, el Rey Faisal de Arabia Saudita y el
coronel Muammar al-Gaddafi en Libia, recientemente lo hizo de igual modo el
Gran Mufti de Jerusalén, Sheikh Ekrima Sa’id Sabri, el Ministerio de Educación
de Arabia Saudita, el Comité de Solidaridad Palestina de Sudáfrica y un miembro
del parlamento griego, Ilias Kasidiaris. Empero, otros han dicho que es una
falsificación, como el ex Gran Mufti de Egipto Ali Gomaa.
Existen
otros análisis y pruebas del origen fraudulento de los Protocolos que no podré
seguir abordando ahora, también he dejado de lado muchos datos históricos
interesantes que quizás en otra ocasión —en una parte II de este trabajo— podré
retomar en profundidad, esto porque la creación de los Protocolos está ligada a
una serie de acontecimientos sociológicos que ocurrieron en Rusia en esos años.
Solo decir que siempre quedan detalles sin resolver que escapan a la lógica de
los hechos, los cuales, si bien no entran en contacto científico con la
historia universal, lo hacen entonces en la esfera del mito.
Conclusión
VV:.MM:.
míos, estos pocos extractos los traigo esta noche para que podamos reflexionar
sobre este delicado tema. No he colocado lo peor que se encuentra o lee en
libros fanáticos o páginas de Internet de dudosa reputación, esto no es nada,
sin duda lo más grave es el “asesinato ritual”. Lo expuesto esta noche es solo
un breve resumen de toda la información recabada, desde ya me disculpo por la
extensión, pero me sobrepasé con especial placer.
Como
masones, no tenemos que avergonzarnos de nuestro estatus de iniciados, tampoco
de las raíces judías que posee nuestra Orden, debemos estar orgullosos de
rememorar una tradición tan completa, cautivadora y fascinante como aquella,
pero también intentar desprendernos de los fanáticos bandos que intentan
teorizar sobre el asunto, debemos mantenernos en el margen y proseguir en
nuestra actividad con cautela, prudencia y discreción. La información que traje
debe pasar por el filtro del discernimiento, aquella cualidad psicológica que
todo iniciado desarrolla, para que estime en su fuero interno en qué debe creer
o no. Los datos que traje tienen un tinte científico e histórico, pero también
mítico, puesto que muchos no tienen solución ni respuesta, forman parte de la
enigmática esencia que posee el manuscrito; pero tampoco podemos cegarnos,
debemos observar las circunstancias que ocurren en el mundo e identificar si
existe alguna oculta relación o no.
La
asociación que se hizo en los Protocolos con la Francmasonería inevitablemente
ha culminado en la denigración de nuestra institución, induciendo a los
no-iniciados a que desconfíen de nuestros Trabajos y de nuestras Logias, por lo
tanto, como masones de estos tiempos tumultuosos tenemos una nueva misión para
sumar a nuestra actividad constructiva: erradicar estos errores e ilusiones que
se han cosechado como semillas en las almas de las sociedades, para así
corregir y reemplazar el vacío con conocimiento fundado.
Como
Maestros Secretos, que hemos revivido a Hiram de la tumba inducida por la
Ignorancia, el Fanatismo, la Ambición o la Hipocresía; preservado la invaluable
reliquia que es el corazón embalsamado de nuestro héroe legendario e
inspiración moral, ética, arquetípica; una vez visto con nuestros propios ojos florecer
la acacia de la inmortalidad y de experimentar cómo ha Resplandecido nuestro
espíritu después de trabajar en la Cámara del Medio y ahora en el Santuario,
tenemos el deber entonces de entregar Verdad para reemplazar la confusión, de
educar y liberar a la humanidad de las creencias injustificadas, de apartar el
velo de los pueblos en relación a las opiniones negativas que aquellos puedan
poseer sobre nuestra Orden. No olvidemos que la Francmasonería es el retrato de
las instituciones iniciáticas del Ayer, presentes en todas las culturas en
forma de camino o senda progresiva hacia el mejoramiento del ser humano y el
entendimiento del Todo que nos rodea.
Bibliografía
Ben-Itto, H. (2005). The Lie That Wouldn’t Die: One Hundred Years of The
Protocols of the Elders of Zion. London; Portland, OR: Vallentine Mitchell.
Bytwerk, R. L.
(2015). “Believing in ‘Inner Truth’: The Protocols of the Elders of Zion in
Nazi Propaganda, 1933-1945”. Holocaust and Genocide Studies, 29
(2).
De Michelis, C. G. (2004). The Non-Existent Manuscript: A Study of the
Protocols of the Sages of Zion. University of Nebraska Press.
Donoso-Z, L. (1937). La verdad más grande de la Historia: Los Protocolos
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Ferrer-Benimeli, J. A. (1982). El contubernio judeo-masónico-comunista.
Universidad de Zaragoza, Madrid.
Guzmán, G. (diciembre 2009). Judeofobia y mito conspirativo en la obra
de Miguel Serrano. Cuadernos Judaicos-ISSN: 0718-8749, N°26.
Kadzhaya, V. (17 de
diciembre de 2005). “El Fraude de un Siglo, o un libro nacido en el infierno”.
Recuperado de: https://web.archive.org/web/20051217032523/http://www.newtimes.ru/eng/detail.asp?art_id=470
Levy, R. S. (2014).
“Setting the Record Straight Regarding The Protocols of the Elders of Zion: A
Fool’s Errand?”. In William C. Donahue; Martha B. Helfer (eds.). Nexus
– Essays in German Jewish Studies, 2, Camden House.
Nilus, A. (---). Los Protocolos de los Sabios de Sión. Galas Ediciones,
con introducción de Julius Evola.
Nilus, A. (1920). Los Protocolos de los Sabios de Sión: los peligros
judío-masónicos. Estudios y comentarios críticos de M.E. Jounin.
Perednik, G. (2001). La judeofobia. Barcelona, Flor del Viento.
Ruud, C. &
Stepanov, S. (1999). “10. Procotols, Masons and Liberals. The Tsar’s Secret
Police”. McGill-Queen’s University Press.
Senkman, L. (1986). El antisemitismo en la Argentina. Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina.
NOTAS:
[1] Maurice Joly
(1829-1878) estudió leyes y perteneció al Colegio de Abogados de París. Su
libro fue publicado de manera anónima en Bélgica. El documento fue introducido
en Francia de contrabando por varias partidas, pero como algunos de los
contrabandistas eran miembros de la policía, esta incautó con facilidad toda la
edición y desenmascaró a su autor. Joly fue arrestado, pasó un tiempo en la
cárcel de Sainte-Pélagie por “incitación al odio y al menosprecio del Gobierno”;
fue atacado por los defensores del Imperio y tampoco fue aceptado por los
republicanos. Los Protocolos plagian las consideraciones de
Joly sobre la naturaleza humana y las formas de manipular las masas por la
atracción del dinero, de la libertad y del poder.
[2] Hermann Ottomar
Friedrich Goedsche (1815-1878), también conocido por su seudónimo Sir John
Retcliffe, fue un escritor alemán que es recordado principalmente por su
antisemitismo. Algunas de sus obras critican el colonialismo británico. Fue
abiertamente antisemita y aunque adoptó un seudónimo inglés, era un chauvinista
prusiano que tenía una profunda aversión contra Gran Bretaña y todo lo británico.
Falsificó cartas que se utilizaron como prueba para encarcelar a líderes
democráticos. Goedsche trabajó como empleado postal, pero en realidad era un
agente provocador para la policía secreta prusiana.
[3] Gottfried Zur
Beeck, es el autor de una edición de los Protocolos, nombrando a su libro “Los
secretos de los Sabios de Sión”, en el cual traduce y comenta los
originales. Zur Beeck fue realmente un seudónimo del capitán Ludwig Müller von
Hausen (1851-1926), de origen alemán, que en otoño de 1919 tradujo bajo tal
nombre los Protocolos, dedicado a “Los Príncipes de Europa” como advertencia
para que se pusieran en guardia contra la conspiración judía que amenazaba a
los tronos y altares. Esta edición de los Protocolos fue patrocinada por la
nobleza alemana (entre ellos la familia Hohenzollern) y apoyada por el Príncipe
Otto von Salm, el príncipe Joaquín Alberto de Prusia y el propio ex Kaiser Guillermo
II, que denunciaban sin cesar el peligro judío y veían en los Protocolos la
explicación de las desgracias de Alemania. La tercera edición fue publicada en
1936, es el libro de cabera de Luis Donoso Z.
[4] Roger Gougenot
des Mousseaux (1805-1876), escribió “Le Juif, le judaïsme et la judaïsation
des peuples chrétiens”, publicado en 1869 (Paris, H. Plon, 1869; 2da
edición publicada por Charles Chauliac, París, F. Wattelier, 1886). Aquí
existen, como se puede desprender del título, muchas ideas antisemitas. Él fue
un periodista y escritor polemista francés. Escribió varios libros denunciando las sociedades secretas
y la Masonería.
FELIPE I. DE LUCAS ARELLANO