viernes, 7 de octubre de 2022

REFLEXIÓN SOBRE EL NEOPLATONISMO ANTIGUO Y MODERNO


SUMARIO / FELIPE IGNACIO DE LUCAS ARELLANO

 

EL NEOPLATONISMO ANTIGUO Y MODERNO: NUEVAS APROXIMACIONES.

Quiero agradecer la posibilidad de participar en un seminario tan grandioso e interesante, que trató de los temas filosóficos que más llaman mi atención actualmente. Sin tener una formación universitaria en filosofía, me siento atraído en lo particular por el platonismo y el neoplatonismo, pero mis lecturas y acercamientos han sido únicamente extraprogramáticos. Poseo dos licenciaturas, una en psicología (una carrera hija de la filosofía empírica) y otra en cinematografía, pero sentí una fuerte conexión con el idealismo teórico y práctico desde hace unos diez años. Este sumario no viene desde la pluma de un experto, pero haré los mejores intentos en resumir lo que entendí y complementé con mis conocimientos. Vale subrayar que solo no pude asistir a una ponencia y media, asistí a más del 90%.

     El Uno es Dios, es la inteligencia ordenadora del cosmos, principio emanador o causa primera de la que toda la creación nace, ya sea material y antimaterial (álmica o espiritual). El Uno ha sido identificado en diversas religiones y cosmogonías del globo como un dios único, que luego de permanecer en un descanso prolongado se hace “consciente de sí mismo” y emprende su magna obra. En neoplatonismo se distingue del gnosticismo en diversos postulados, por ejemplo, para los neoplatónicos no existiría un demiurgo perverso que creó el mundo de horrible materia imitando las formas sutiles absolutas que derivan de las regiones paradisíacas. Los gnósticos creen que estas regiones más perfectas estarían gobernadas por un dios aún más superior, pero tremendamente distante, que es llamado “Incognoscible”: la leyenda narra que el demiurgo es uno de sus hijos con calidad de eón cosmocrator, pero lamentablemente rebelde al querer imitar imperfectamente la obra de su “padre”.

     La gnosis tiene muchas ramas, pero la mayoría coincide en la presencia de un demiurgo malévolo que encerró los espíritus puros en esta cárcel de materia, por tanto, el despertar ascético del virya viene de la mano con el desprecio de la materia que compone su cuerpo y el mundo, por lo tanto, solo debe alimentar al espíritu. Según estas teorías el lucifer-christos fue enviado por el incognoscible para destruir el mundo de materia demiúrgica. Estas teorías descabelladas no se relacionan con el neoplatonismo, Plotino tuvo la oportunidad de criticar al gnosticismo en su conocido tratado. El neoplatonismo va más allá de esta fantasía guerrera porque permite una sana unión de la condición humana con el Alma del Mundo, asimismo con las otras individualidades y con la naturaleza divina sin el desprecio de las formas materiales. Pensadores neoplatónicos creyeron en la apoteosis o autodivinización, creencias que vienen desde los cultos mistéricos antiguos y más atrás, pero todo ello es un camino que requiere de una constante auto-transformación para asimilarnos con la energía pura de los Inteligibles, de los dioses o hénadas antropológicos, y más allá con la del Uno. Todo este fascinante y hermoso proceso es posible por medio de la contemplación de la belleza en todas sus formas, por la precisión del discurso hablado o escrito, lo mismo a través del sano perfeccionamiento del alma en bruto por el alma divinal, en la constante reestructuración cognitiva, en el trabajo de formación de logoi cada vez más elaborados, y no menos importante, por el Amor a la humanidad y al cosmos. Las ciencias y las artes (lo que incluye también la vibración musical) están a nuestra disposición para emprender esta ruta, siendo pilares que nos ayudan a sostener la empresa. Estas prácticas o ejercicios (y muchos más) pertenecen a las teorías de la ascensión psicológica a tales realidades especiales: a medida que avanza el practicante se va a acercando a la verdad del Todo que está en su propia alma, aunque el conocimiento pleno de esa verdad es imposible de ser alcanzado, puesto que solo le pertenece a la inteligencia ordenadora o arquitecta ya nombrada.

     Es importante considerar además que antes del Uno encontramos otra realidad mucho más absoluta que refiere al 0 preantinómico, es decir, el Caos. De ese desorden aparece la primera potestad o conciencia suprema que “despierta” y se transforma a sí misma en el Uno ordenador. Todas las demás cifras representan en la filosofía iniciática las diferentes estaciones numerológicas mediante las cuales se va materializando la realidad palpable. Por ejemplo, el número dos es el desdoblamiento del dios uno en un principio femenino mediante el cual puede engendrar el universo. Se tocó en varias ponencias del seminario que la cábala y el hermetismo contemporáneo han tomado una parte de estas ideas filosóficas, exponiéndolas de las maneras más exóticas, pero tal vez difusas, donde la pista para rastrear el neoplatonismo se pierde entre simbolismos numerosos. En el hermetismo se entiende que el Uno es entonces masculino y el número dos es femenino, asimismo el tres es el “hijo” que posee una connotación neutra: en otras palabras, la gran madre cósmica atesoró en su vientre la creación, este acto de “lingam-yoni” universal con el Uno culminó en la creación como tal. Para los cabalistas, en una exposición un tanto diferente, será el caos o el número 0 el Ain, Ain Sof y el Ain Soph Aur; entonces la creación comienza entonces con Kether, que desciende a Chokmah y luego a Binah, y así sucesivamente. En fin, la emanación que ha llegado a la estancia del número 9 materializa la culminación de la obra por el “tres veces tres”, pero luego se une nuevamente el Uno con el Cero, aquí los misterios de la década, cuya teoría se relaciona con la tetraktys pitagórica. La mitología ha hecho igualmente lo suyo para mostrar de una forma increíble en distintos puntos geográficos ideas similares. Aquí da lugar la frase de Plotino, “el primer mago y hechicero es el universo”.

     La emanación de la Unidad multiplicada en la creación ha permitido que en el fondo de nuestra alma se encuentre su presencia de manera potencial; el ser humano puede encontrar la divinidad a través del Nous, o sea, la parte más superior de esa misma alma individual. El Nous es el puente mediante el cual podemos encontrarnos con el entendimiento y el conocimiento de lo divino, a su vez, actúa como un espejo donde podemos reflejarnos con lo absoluto y viceversa, la misma divinidad se reconoce a través del Nous en el alma individual. Por ello, todo ser humano debería elevar su conciencia a esa región del alma, así podrá ascender en la escala para encontrarse con el Uno, o con el Cero, y mimetizarse con esas realidades. Aunque según Platón únicamente un compacto grupo de seres humanos tiene la capacidad de hacerlo; el mismo filósofo compuso una estructura de las polis bajo sus teorías. Otro ángel-demonio que rige nuestro destino es el conocido Daimon socrático, que fue luego tomado por Proclo, nuestra imaginación y pensamiento intelectivo debe dirigirse a dicha entidad.

     El camino de ascenso dialéctico es progresivo, lento y complejo, pero siguiendo a Proclo podría ser bastante entretenido ejecutar su esquema altamente optimista y erótico. Es necesario estudiar estas materias, interesarse en el proceso de elevación es hacerlo con el propósito inmanente de todo ser humano, es el camino para alcanzar bienestar, autorrealización, salud corporal y mental. Beneficios y privilegios aparecen para el alma individual que se acerca paulatinamente a las realidades superiores, no solamente gana un profundo bagaje de conocimientos, sino que también adquiere la posibilidad de transmitirlos, de concebirse en un maestro de su propio camino iniciático y filosófico. Pero esa terea requiere de un entrenamiento mucho más avanzado en diversas áreas de las ciencias y las artes, ya sea en la posibilidad de transmitir de forma hábil esa visión adquirida y expresarla mediante una obra manual, escultórica, escrita o retórica. Pero debemos reconocer que toda forma de expresión nunca podrá enunciar idénticamente la revelación de su artista, ni mucho menos la de su artífice, la limitación del lenguaje humano no lo permitirá jamás (atadura al tiempo y la sucesión), pero eso no significa que debemos quedarnos inmóviles, hay que atreverse a expresar nuestra experiencia en la ascensión, debemos hacer llegar al mundo nuestra propia interpretación de la verdad revelada, así podemos ayudar para que otros a través de la lectura de nuestras líneas o de la contemplación de nuestras obras puedan comenzar su viaje, dirigimos así —al menos inicialmente— su ruta a través de los obstáculos de la mente y del mundo. Además, es importante estudiar las obras de autores precedentes.

     Los teúrgos poseían estos conocimientos y podían utilizarlos a favor de sus clientes, pacientes, comunidades y ciudades. Un amplio recorrido profesional basado en estudios profundos les permitía, luego de haber ascendido su propia alma hacia lo superior, ocupar esos saberes y prácticas en beneficio de la misma creación. Comprendían las relaciones entre dioses, ángeles y demonios (para los teóricos cristianos de la teúrgia), reconocían las cadenas que nos llevan desde nuestra propia alma hasta las almas colectivas que marcan con su sello esas escalas, y desde esos arquetipos al Uno. Pero no olvidemos que es el Uno el que tiene control de las cadenas, el ser humano entrenado puede por medio de la simpatía de realidades generar efectos trascendentales, pero no puede el teúrgo modificarlas. También por Jámblico podemos conocer mucho de la teúrgia; sumamos el texto de Ficino “sobre el sacrificio y la magia” que basado en Proclo trata estas tecnologías, ciencias de la naturaleza con astrología y medicina psicosomática.

          Por su parte, el seminario me ha permitido comprender explicaciones reveladoras sobre sistemas amplísimos para comprender la estructura de la mente, lo mismo con el comportamiento de los seres. De hecho, el neoplatonismo ha sido muy útil en mi desempeño laboral en la consulta de terapia. Sin estar satisfecho con muchas de las formas de interpretar la mente desde la psicología tradicional, he encontrado en el neoplatonismo el verdadero manantial del alma. Esta ha sido la llave que me ha abierto una puerta maravillosa de saberes que eran insólitos para mí y que me han ayudado a encontrar mi propia verdad sobre la vida. Todo remite a tal filosofía perenne que Platón y Plotino rescataron, como quiso apuntar Henry S. Moore. Me gustaría poder opinar mucho más sobre materias del seminario, pero no es posible por espacio. Nuevamente agradezco la oportunidad.


F. De Lucas.

Valparaíso – Chile / 12 – 06 – 2022 / psicologofelipedelucas@gmail.com / www.felipedelucas.cl



Para: UNAM - Universidad Nacional Autónoma de México - Seminario de Historia de la Filosofía - Instituto de investigaciones filosóficas.



martes, 5 de julio de 2022

Reconstrucción histórica de "Los Protocolos de los Sabios de Sión" y su relación con la Francmasonería.

 

«RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DE ‘LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN’ Y SU RELACIÓN CON LA FRANCMASONERÍA»

 

 Autor:

Felipe I. De Lucas Arellano.

 

 

11 de agosto de 2021 era vulgar / 18 de Mesori, año 3312 era de la luz.


(Extensión de 27 páginas en word).

 

Introducción

 

¿Qué relación existe entre el libro titulado «Los Protocolos de los Sabios de Sión» y la Augusta Orden Francmasónica a la que fielmente pertenecemos?

     Al parecer una conexión muy estrecha que conviene analizar en detalle. Como miembros de la Orden es sumamente necesario que podamos contar con argumentos firmes en caso de tener que defendernos ante cualquier acusación. Se me encomendó realizar este interesante trabajo, pero debo decir que, personalmente, me interesó el tema hace unos pocos años en profundidad, por dicha razón en esa época adquirí el libro, lo leí completo y averigüé mucha información que trataré de recordar, sintetizar y explicar esquemáticamente.

     Lo que usted escuchará o leerá a continuación será alucinante, este trabajo posee un contenido muy impactante y más interrogantes que respuestas.

     Desde la aparición de este manuscrito se ha reforzado la creencia de que nuestra institución está involucrada junto con el judaísmo en la preparación de un Nuevo Orden Mundial, palabras que se escuchan y leen comúnmente en el mundo profano. Es más, supuestamente ni siquiera los masones estaríamos al tanto de que este plan está orquestado por una ‘red mayor’, sumamente poderosa e insondable formada por los Jefes Desconocidos, los Sabios que se esconden tras las sombras de la Historia. Ellos son los secretos creadores y gobernantes absolutos de la Francmasonería, la cual viene a ser solo un instrumento forjado por la astucia, el odio y el afán de sus corazones en subyugar al mundo, alcanzando por su trabajo y minucioso “plan de acción” el dominio sobre «Kether-Malkuth», lo que les permite colocar la «Corona» sobre sus cabezas y el «Reino» o «Mundo» a sus pies.

     Las polémicas son innumerables con respecto al manuscrito que ahora trataremos, lo mismo ocurre ante el intento que han tenido los curiosos de descifrar las verdaderas intenciones de la Francmasonería. Más allá de nuestros Templos creen conocer la razón pura de nuestros fines, pero no comprenden que uno de nuestros principales propósitos es revivir la Palabra Perdida, es decir, las selectas Tradiciones que buscamos Resucitar por medio de rigurosos estudios, prácticas rituales, litúrgicas y la proclamación tanto de la virtud como de la hermandad, generando una Escuela de Misterios vigente en el mundo moderno. Esto es incomprensible para el que está cegado, para el que cree conocer la Verdad sin siquiera pertenecer a la Orden, solo les basta haber averiguado información a partir de medios dudosos para crear una opinión decisiva, la cual es afirmada pasionalmente.

     En este trabajo me enfoco en breves antecedentes que permiten iluminar los misterios que giran en torno al tema que tratamos, por ende, he decidido hacerlo en elementos históricos, ‘mitos’ y ‘leyendas’ solo de manera general. Tampoco colocaré extractos de los Protocolos, esto porque escogí realizar un trabajo netamente historiográfico, si desea conocer en profundidad las menciones que de la Masonería hay en el libro propongo que adquieran un ejemplar del mismo para analizar en la privacidad de su templo —Santa Sanctorum (Sanctum) personal y en su intelecto filosófico— todos los pasajes que tienen esa directa y fatídica asociación. La amplitud del tema amerita un volumen completo de referencias, datos, comentarios, discusiones y debates tanto de los promotores del Manuscrito como de sus detractores, lo cual escapa a la intención y tamaño de esta exposición, de todas formas, estoy seguro de que aquí encontrarán lo necesario para visualizar en su totalidad el fenómeno investigado. Por tanto, ruego oír con atención, ocupar vivazmente el discernimiento para distinguir la verdad de la ilusión o la mentira del error.

 

 

Los Protocolos de los Sabios de Sión: consideraciones generales.

 

     “¿Qué mágica atracción se encierra entre sus páginas, que arrastra, que subyuga, que cautiva, y lleva hasta la locura y el paroxismo?” (Donoso, 1937, p.37). «Los Protocolos de los Sabios de Sión» (Протоколы сионских мудрецов) o «Los Protocolos de las Reuniones de los Sabios Ancianos de Sión», desde ahora solo “Los Protocolos”, el “Manuscrito” o “Documento”, se ha vendido hasta hoy en cientos de miles de copias y ediciones en casi todos los países e idiomas del mundo. El manuscrito está dividido en 24 partes, discursos o protocolos. Se demostró que el engaño fue plagiado de varias fuentes anteriores, algunas de las cuales no son de naturaleza antisemita.

     Es de saber que la primera publicación de este manuscrito estuvo a cargo de Serguéi Aleksándrovich Nilus (1862-1929) en Tsárskoye Seló en Rusia el año 1905 y editado por Pavel Krushevan. Nilus fue un escritor religioso ruso, autoproclamado místico y agente de la policía secreta de la Rusia Imperial la Okhrana u Ojrana (Ojranka, como se le llamó un tanto peyorativamente). Este Departamento de Seguridad proviene del ruso Охранное отделениеOjránnoyie otdeléniye, fue el cuerpo de policía secreta del régimen zarista en el Imperio Ruso, fundado en 1866 tras el primer intento de asesinato de Alejandro II. Formaba parte del Ministerio del Interior (MVD), ayudado por el Cuerpo Especial de Gendarmes. Su objetivo principal era garantizar la seguridad de la familia imperial; dadas las condiciones del país, esto implicaba que buena parte de sus acciones se centrasen en la represión de actividades revolucionarias, especialmente por parte de los grupos anarquistas y socialistas que planeaban acabar con la dinastía Románov.

     Retomando, Nilus fue hijo de inmigrantes suizos y terrateniente en la Gubernia de Oriol. Estudió derecho, graduándose de la Universidad de Moscú. Luego de una serie de aventuras se convirtió al cristianismo ortodoxo y en 1901-1903 (así aparece en el título) publicó el libro “Lo grande en lo pequeño: La venida del anticristo y el dominio de Satanás en la Tierra”. Luego fue el responsable de la primera publicación completa de los Protocolos en Rusia: apareciendo este extraño texto como un apéndice (específicamente en el Capítulo XII, p. 305-417) a la segunda edición [o tercera por algunas fuentes, desde ahora nombraré 2da y 3ra] de su libro en 1905. Tanta fue la impresión que le causó a la duquesa Elizaveta Fiódorovna que lo presentó en la corte del Zar Nicolás II. En el prefacio declara lo siguiente:

 

«En 1901, conseguí de una persona que yo conocía… [mariscal de la corte Alexei Nikolayevich Sukotin de Chernigov] un manuscrito que puso a mi disposición, en el que, con una precisión y una verdad extraordinarias, se exponía el desarrollo de la conjuración judeo-masónica mundial, que debe conducir a nuestro corrompido mundo a su inevitable ruina. La persona que me dio este manuscrito garantizó que era una traducción fiel de los documentos originales que fueron robados por una mujer a uno de los líderes más altos e influyentes de los masones en una reunión secreta en algún lugar de Francia: el amado nido de la conspiración masónica (…).»

 

     Según Serguéi Nilus los Protocolos eran las minutas de una reunión de importantes líderes judíos en el Primer Congreso Sionista de Basilea en Suiza, en el año 1897, en donde fueron emitidos o reeditados (puesto que la alta esfera judía se reuniría cada cierto tiempo para actualizar sus minutas de procedimientos a los tiempos modernos). En todo caso, otros afirman que se crearon en otra sesión secreta de sabios judíos que se había celebrado por aquella época. Pero tomando la versión más extendida, en Basilea los judíos habrían declarado con toda naturalidad sus siniestros planes y tramado conquistas mundiales para futuros cercanos. Con esto Nilus alcanzó la fama, es muy probable que haya sido el único responsable de la autoría o pudo haberlo realizado junto a otros desconocidos autores, mitos hay muchos y serán explorados los más importantes en este trabajo.

     Una investigación secreta ordenada por el jefe del Consejo de Ministros, Pyotr Stolypin (Primer Ministro y del Interior del Zar Nicolás entre 1906 hasta 1911), pronto determinó que los Protocolos aparecieron en círculos antisemitas en París alrededor de 1897-1898. Los detalles no se hicieron públicos para evitar comprometer al jefe de la policía secreta, aunque esto jamás se ha podido aseverar con seguridad y recae en el campo de la leyenda. Nicolás II al enterarse de los resultados reclamó que el documento debía ser confiscado, pero por ironía del destino ocurrió lo contrario, puesto que las reimpresiones del panfleto se estaban proliferando por Rusia, Europa y el mundo. El historiador ruso Mikhail Lepekhine considera que los Protocolos fueron parte de un plan para persuadir al Zar de que la modernización de Rusia fue realmente un complot judío para controlar al mundo. En 1906 y 1907 apareció en forma de folleto editado por Georgy Butmí de Katzman, siendo la tercera edición histórica de los Protocolos, estos ejemplares se distribuyeron en el Imperio Ruso como una herramienta para tomar como chivo expiatorio a los judíos, culpados por los monárquicos por la derrota en la Guerra Ruso-Japonesa y la Revolución de 1905.

     En el desarrollo de la revolución los rusos afiliados al Movimiento Blanco (Beloye dvizheniye) huyeron a occidente, llevaron este texto consigo y lo propagaron para desacreditar la Revolución de Octubre, evitar que occidente reconociera a la Unión Soviética y provocar la caída del régimen de Vladimir Lenin. Hasta entonces, los protocolos habían permanecido oscuros, pero ahora se utilizaban como arma política contra los bolcheviques. La biblioteca del British Museum posee una edición con sello de entrada fechada el 10 de agosto de 1906 que lleva el número “3926d. 17”, a su vez aparecieron numerosas ediciones en Francia y Polonia, aunque esto sería solo el comienzo, puesto que en la mayoría de los países e idiomas se editó y vendió profusamente - incluso en tierras árabes -, en ciertas fuentes se dice que fueron millones de ejemplares en circulación en las próximas décadas y hasta hoy.

     Las ediciones más notables son: A) la alemana de Gottfried Zur Beeck, “Die Geheimnisse der Weissen von Zion” (“Los misterios [o los secretos] de los Sabios de Sión”), publicada en Charlottenburg por el Auf Vorposten en 1919, 4° pequeño, 256 páginas, con una importante bibliografía sobre la cuestión hebraica; B) dos ediciones inglesas, la primera aparecida a principios de 1920 en Boston, aparentemente de Lincolnshire, hecha por la casa Smalt Majnard and C., y la segunda en Londres, por The Britons Publishing Society, 62 Oxford Street, titulada “Protocols of the Meetings of the Learned Elders of Zion”. Todas las copias existentes y conocidas en Rusia se destruyeron en el régimen de Kerensky, bajo sus sucesores la posesión de una copia de este libro por cualquiera en tierra soviética era un crimen suficiente para asegurar un disparo al poseedor (Jouin, 1920, p.2).

     Esta propagación es para muchos escritores prueba suficiente de la autenticidad de los Protocolos, puesto que la opinión pública mundial calificó estos discursos como auténticos y verdaderos, la comparación que puede realizarse del libro con los hechos que han acaecido en el mundo nos deja de manifiesto esa veracidad. Los periódicos, críticos, autores y comentaristas judíos, por supuesto, apelan a la falsificación y apocrifidad del manuscrito, alegando que es una vil mentira como tantas otras que se han creado malignamente sobre su pueblo, aclarando que fueron los agentes de la Okhrana o el mismo profesor Nilus quien los creó y colocó en su libro, fruto de su antisemitismo.

     El hecho de que no se haya podido comprobar hasta el día de hoy sus orígenes ha alimentado el imaginario colectivo del mundo, el cual ha formado sus propias y descabelladas teorías al respecto. No obstante, se cree por una amplia gama de sectores que forma parte de una serie de conferencias verídicas que hubo entre judíos de los más poderosos; los planes abarcarían el “plan de acción” de aquellos dueños del mundo, de la banca, la economía internacional, la prensa y de otras instituciones de sumo poder en aquella época y hoy, sus estrategias serían completamente vigentes en nuestra actualidad tanto en lo privado como en lo público. Estas creencias han desarrollado una gran ola de antisemitismo que perdura por su potencia, los planes de esta “superstición política” son además viejos engaños antisemitas. El mismo libro habría repercutido en Adolf Hitler y otros líderes de la mitad del siglo XX, refiriéndose a ellos en Mein Kampf; es debido a su contenido —entre otros documentos— que Hitler desterró a los masones de Alemania, asesinando a muchos de ellos. No obstante, R. S. Levy y Randall Bytwerk no están de acuerdo con esto, explican en sus escritos que no tuvo un gran efecto en Hitler y que los principales líderes nazis dudaban de que fueran genuinos, pero sí aceptaban la “verdad interior” que poseían como útil para propaganda (Levy, 2014, p.43-61; Bytwerk, 2015, p.212-229).

     Para la desagracia de la Orden Francmasónica, esta se nombra en múltiples ocasiones en tal manuscrito como una ‘institución’ de estos poderosos líderes judíos, prácticamente dueños de todos los conglomerados empresariales más importantes. De aquí se ha dicho que los adeptos a la Francmasonería, desde ahora solo Masonería, son fieles marionetas inconscientes de los verdaderos fines que se buscan: que es dominar a todos los estados y naciones en todas las áreas de acción, sea de trabajo, educación, saber, culto, economía y más, cumpliendo el plan milenario de encarnar a Sión, la tierra prometida, en todos los confines del globo. Es de suponer desde esta teoría que los masones somos dominados por los Jefes Desconocidos sin saberlo, por ende, somos más ignorantes que el mismo pueblo profano (el que parece haber alcanzado mayor conocimiento, saber y conciencia sobre este fenómeno que nosotros los iniciados en la Orden) puesto que servimos a un terrible poder sin siquiera saberlo.

     No podemos dejar de admitir la influencia judaica en la Masonería, la observamos en todos los grados y en la misma leyenda Hirámica, el T:. V:. P:. M:. es siempre el Rey Salomón; el Inspector o el Capitán de la Guardia es Adonhiram y los otros oficiales sus ministros de fe. La Masonería es ampliamente judaica, esto ha permitido que tales teorías puedan calar hondo en nuestra institución, haciendo resurgir estas insólitas historias como una posible realidad, una que incluso un maestro masón podría ignorar, ¿existe alguna posibilidad de que estemos totalmente controlados por un grupo de sabios rectores del mundo —o al menos con anhelo profundo de serlo— y que sirvamos a ese móvil sin saberlo?, ¿cuál es la causa que realmente defendemos al ser masones?, ¿buscamos acaso en nuestras logias dominar o sojuzgar al mundo, compartiendo como salario la pertenencia y la autoridad con aquel Rey oculto en las sombras de la historia?

 

La relación Judeo-Masónica y su estrecha relación con los Protocolos.

 

     Hay quienes se preguntan si la Francmasonería es judía, otros identifican sin más a los masones con los judíos, o a éstos con la tolerancia, el laicismo moderno o con el odio a la Iglesia y las religiones. Explica el historiador Ferrer Benimeli que estas características del peligro judeomasónico contra la Iglesia católica y algunos países en concreto, como por ejemplo, España, han sido copiosamente cultivadas, entre otros por Vicente de la Fuente en su “Historia de las Sociedades Secretas antiguas y modernas y especialmente de la Francmasonería” (Madrid, 1874); Tirado y Rojas en “La Masonería en España” (1893) y “Las Tras-logias” (Madrid, 1895), y Nicolás Serra y Causa, “El Judaísmo y la Masonería” (Barcelona, 1907), en los que domina la idea fija de que el Judaísmo es el padre y origen de la Masonería y de cuanto terrible y revolucionario suceso ocurre contemporáneamente en el mundo. Por lo que respecta a Francia, hay que citar a J. Bertrand en “La Francmasonería. Secta judía nacida del Talmud” (París, 1909) y, sobre todo, al abate Ernest Jouin, una de las mentes del antisemitismo más exacerbado, con una obra ampliamente difundida y traducida, una de ellas es “El peligro Judeo-Masónico. La Judeomasonería y la Iglesia Católica” (París, 1921) donde analiza a los fieles de la contra-iglesia, es decir, a los judíos-masones, así como sus actos, con una explicación simplista y parcial de la actitud anticlerical adoptada en Francia por el Gran Oriente en los años de auténtico enfrentamiento dialéctico religioso.

     Otro de los preocupados por la judeomasonería fue León de Poncins, con una serie de trabajos, entre las obras editadas en España hay que destacar “Las fuerzas secretas de la Revolución. Francmasonería y Judaísmo” (Madrid, 1936).  Por esos años, Teodoro Rodríguez publicaba sus “Infiltraciones judeomasónicas en la Educación Católica” (Madrid, 1932), y V. Justel Santamaría su obra “Bajo el yugo de la Masonería judaica” (Sevilla, 1937). En 1940, Juan Segura Nieto editaba un libro titulado “¡Alerta! ¡Francmasonería y Judaísmo!”, que enlaza con este tipo de literatura publicada también en Alemania y Francia, al igual que autores como Erich Schwarzburg y Georges Virebeau, donde se estudia la guerra civil española del 36’ como fruto de la complicidad judeomasónica, por una parte, y de la judeobolchevique, por otra. En la misma línea habría que citar a autores como Tusquets, Carlavilla, Comín Colomer y, sobre todo, el marqués de Valdelomar y César Casanova, en los que la obsesión constante del peligro judío y de su identificación con la Masonería sobrepasan los límites. Dentro de los tópicos desarrollados por un cierto tipo de literatura antihebráica y antimasónica identifica a la Masonería con el judaísmo internacional o el peligro judeo-masónico contra la Iglesia católica. Pero en la mayor parte de los casos la única fuente de información son los célebres Protocolos de los Sabios de Sión en donde la Masonería es señalada como uno de los medios utilizados por los judíos para apoderarse de las palancas del mando de la sociedad (Cf. Ferrer-Benimeli, 1982, p.135-190).

     En Chile, autores como Luis Donoso Z. o Miguel Serrano, entre otros pocos, escribieron sobre esta corriente de pensamiento —si es que así podemos llamarle— y particularmente del manuscrito en cuestión aplicado a nuestro país.

     Se suele explicar en distintas ediciones el significado de ciertos términos usados en los Protocolos, ahora les presento un extracto idéntico que parece ser original de Nilus:

 

Ø  “Goim (o Goyim): (singular: “goy”) palabra hebrea que se usa en forma despectiva para referirse a los gentiles (los no judíos) y que significa ganado.

Ø  Sionismo: movimiento mundial para el avance y cuidado de los intereses político-económicos de los judíos.

Ø  Gentiles: (ver “goim” o “goyim”).

Ø  Masonería: en la actualidad son sociedades secretas que trabajan misteriosamente en la sombra, empleando toda clase de artimañas subterráneas. En su mayor parte estas organizaciones están integradas por los judíos, tanto en la cúpula como en sus distintas jerarquías o grados.

Ø  Francmasonería: organización aristocrática dentro de la masonería, la cual es rica y poderosa. Está protegida por los soberanos, y cuyos miembros son admitidos en la corporación luego de una iniciación, seguida de pruebas morales y físicas. Esta secta tiene la discrecionalidad de eliminar secreta o públicamente a quienes no consideran aptos.” (Nilus, Galas, p.41-2; Jounin, 1920, p.7)

 

     Como podemos apreciar, Nilus y sus sucesores consideran a la Masonería y la Franmasonería como entidades separadas o diferentes, la primera como oculta o ¿salvaje? y la segunda con miembros de mayor nivel socioeconómico y poder. Además, nos comunica Nilus que ‘Los Protocolos de los Sabios de Sión’ es un documento que pone en evidencia el plan de dominación mundial por parte de los judíos. Hubo numerosos debates sobre el origen del mismo, varios expertos concuerdan en que fueron creados en 1897 en el Primer Congreso Sionista celebrado en Basilea, o en esa otra misteriosa sesión secreta de sabios de la que afirman otros autores, “no es cuestión de creer ciegamente, sino ver y corroborar si la intención del sionismo por dominar al mundo se repite en todas las épocas y en todos los países del mundo” (Nilus, ibíd.).

     El antisemitismo también se lo conoce como judeofobia, estas son unas de las más antiguas formas de exclusión social; aunque comparte ciertas características con fenómenos afines, como la xenofobia y el racismo, posee un rasgo específico que la diferencia y hace única: su carácter —en palabras de Gustavo D. Perednik— “quimérico” (2001, p.31). A saber, la fuerte tendencia de emanciparse de la realidad cotidiana, en favor de complejos y elucubrados relatos en los que se atribuye a los judíos una fuerza y una maldad inauditas. Estos relatos, que rozan en la superstición, constituyen el mito de la conspiración judía mundial, cuyo ejemplo más clásico son los Protocolos. Psicológicamente, se emancipa la realidad perceptible con los sentidos, en favor de intrincados relatos ficticios que ubican la figura del judío como el promotor y beneficiario de los más indecibles males de la humanidad. En la judeofobia no se habla de la realidad cotidiana sino de mitos (…), no guarda relación con el mundo actual, y reposa sobre una ficción alimentada por otras ficciones (Cf. Guzmán, 2009, p.1 y 6 [nota 38]).

     Julius Evola nos comunica en su famosa introducción y apéndice, ahora en “Galas Ediciones” (1937-1983, p.5-40) que los Protocolos como otros pocos libros tiene un valor de estimulante espiritual, revelando horizontes insospechados, llamando la atención sobre problemas fundamentales de acción y de conocimiento que en estas horas decisivas de la Historia occidental no pueden descuidarse ni aplazarse sin perjudicar gravemente el frente de aquellos que luchan en nombre del espíritu, de la tradición y de la verdadera civilización. La introducción aparece en la quinta edición de los Protocolos de Giovanni Preziosi de 1921, asimismo en una versión italiana hecha por la Sociedad Editora de Novissima en 1983, lleva por título “Diez puntos fundamentales del problema hebraico”, que no trataré a cabalidad por espacio.  Dice el autor que “los Protocolos contienen el plan de una guerra oculta, que tiene por objeto, ante todo, la destrucción completa de todo lo que en los pueblos no hebreos es tradición, casta, aristocracia, jerarquía, como asimismo de todo valor ético, religioso y sobrenatural” (p.12), su plan de acción ha repercutido —en sus palabras— en los focos de perversión de la civilización y de las sociedades occidentales, entre otros asuntos. Además, asegura que los Protocolos son un documento hebraico.  

     Para Evola, cobran particular relieve dos puntos de los Protocolos.

 

- El primero se refiere directamente a la cuestión hebraica.

- El segundo es de alcance general y conduce a afrontar el problema de las verdaderas fuerzas que obran en la Historia.

 

     Evola menciona que es necesario encarar el famoso problema de la autenticidad del documento, sobre el cual se ha pretendido tendenciosamente concentrar toda la atención para medir el alcance y la validez del escrito, “cosa en verdad irrelevante”. Luego prosigue con una observación de Guénon que es el punto decisivo que limita la importancia de la cuestión de la autenticidad: “en el hecho de que ninguna organización real y seriamente secreta, cualquiera sea su naturaleza, deja tras sí documentos escritos”. Para Evola, desde aquí tan solo un procedimiento inductivo puede determinar la importancia y el alcance de textos como los Protocolos, lo que significa que el problema de su autenticidad es secundario, y que se lo debe reemplazar por el de su veracidad, mucho más serio y esencial. La conclusión de la polémica que se ha venido manifestando es la siguiente: aun suponiendo que los Protocolos no sean auténticos, en el sentido más restringido, pueden considerarse como si lo fuesen, y ello por dos razones capitales y decisivas, a saber:

 

1. Los hechos demuestran su veracidad.

2. Responden indiscutiblemente a las ideas fundamentales del hebraísmo tradicional y moderno (Evola, Galas, p.7) o son identificables “a través de la esencia del espíritu hebraico” (ibíd., p.12).

 

     Siguiendo los postulados de un libro llamado “La verdad más grande de la Historia: Los Protocolos de los Sabios de Sión” del chileno Luis Donoso Z. entregaré ciertos datos sobre el tema que tratamos. El libro fue escrito en Santiago de Chile en 1937, surge como una respuesta al libro de Benjamín W. Segel (1867-1931) llamado “La mentira más grande de la Historia: Los Protocolos de los Sabios de Sión”. Segel fue un periodista, autor polémico y político, conocido por distintos trabajos, entre ellos una monografía llamada: “Welt-Krieg, Welt-Revolution, Welt-Verschwörung, Welt-Oberregierung” (Berlin: Philo Verlag, 1926) escrita primeramente en 1924 que luego edita dos años más tarde en una forma más corta, la investigación consiste en un análisis académico y una exposición de los Protocolos de Sión. Este texto fue posteriormente traducido al inglés, editado y publicado por Richard S. Levy, especialista en la historia del antisemitismo, véase también la obra de Levy: “A Lie and a Libel, The History of the Elders of Sion” (Lincoln y Londres: University of Nebraska Press, 1995). Como explica Levy en su sinopsis argumental, en el texto original Segel escribe una “importante exposición histórica del fraude”, además se refiere al fenómeno como “un misterio extraño y repugnante del siglo XX es la durabilidad de los Protocolos de los Ancianos de Sión, una torpe falsificación que pretende ser una prueba del supuesto complot judío para gobernar el mundo”.

     Dejo la advertencia que Luis Donoso Z., escritor de varios libros relacionados al tema del judaísmo, antisemitismo y sentido originario de la Masonería, responde a un perfil —a mi parecer— de tendencia nacionalista y ultraderechista, expondré algunos juicios de forma que podamos comprender cuales son las premisas que inspiran a las almas antimasónicas, anti-judaicas o judeofóbicas, anti-socialistas o anti-comunistas, puesto que ellos relacionan íntimamente todos los términos nombrados. Pese a lo anterior, conviene aclarar que, si bien el libro de Donoso se encuentra bastante documentado en relación al corpus teórico de las personas que apoyan esta corriente de pensamiento, está escrito en lenguaje ocasionalmente pueril (exceso de modismos y frases campestres) pero con gran determinación en la exposición. Donoso es la voz de un grupo muy grande de personas diversas en el mundo que opina de forma similar, en otros textos de esta índole he encontrado gran semejanza en la cronología de los hechos y datos historiográficos.

     Además, he de guiarme por las teorías, historias verídicas, leyendas y mitos más extendidos con respecto a la universalidad del tema que lleva por título nuestro trabajo, guiándome en ese camino por Donoso, por Segel, Jouin (o Jounin, como se ha escrito también su apellido, aunque parece que esta forma es errónea), Evola y otros, que por su antigüedad de propósitos les conferimos también —en parte— la dirección intelectual del movimiento, pensamiento o filosofía que representan. Lo que usted podrá encontrar en los libros y en la Internet responde comúnmente a esta estructura base, que tuve el agrado de investigar de estas y otras fuentes confiables, y que son con las que ahora continuaré. Al exponer en algunos casos el judaísmo de ciertas personas es porque he seguido la línea que acabo de mencionar, por tanto, conviene aclarar así que tales personajes podrían estar “involucrados” en el “problema”, en la tiranía, en la mentira que promueve la tradición o “religión” a la cual pertenecen por nacimiento o conversión, esto según los autores que representan la promoción de los Protocolos. 

  

     El 26 de febrero de 1936 la Delegación de Instituciones Israelitas Argentinas publicó un resumen de la obra del judío Benjamín Segel, el que fue repartido profusamente entre los delegados a la Conferencia de la Paz, celebrada en Buenos Aires a fines de diciembre del mismo año. En este libro Segel buscó demostrar “sin conseguirlo” (en palabras de Donoso) la apocrifidad de los Protocolos; de hecho, en el libro completo del chileno [Donoso] se refutan los argumentos y razones con las que Segel fundamentó su tesis, buscando con ello desvanecer la atmósfera que el contenido del primero haya podido formar en el ánimo y en la conciencia de sus lectores.

     Donoso, basándose entonces en Segel, escribe “difícilmente el cerebro humano ha producido otra obra que haya interesado más, que haya provocado mayores y más enconadas controversias y sobre todo de la que se hayan hecho más ediciones en casi todos los países e idiomas del mundo” (1937, p.3). Estos documentos han llamado la atención y tan seriamente preocupado a las personas y gobiernos de diferentes etnias e ideologías, “realmente es una locura sin precedente y sin rival en los anales de la humanidad” (ibíd., p.4). La obra de Segel cuenta con un prólogo de Leopoldo Lugones, literato, masón, teósofo, escritor y respetado erudito argentino; Lugones dice que el libro de Segel debe difundirse por cuanto tiende a desautorizar la propaganda antisemita.

     Prosiguiendo, explica Donoso que no importa en qué país nazca el judío, porque no actuará jamás como esas nacionalidades que lo acogen, sino siempre como judío; todo lo que pueda hacer como ciudadano lo hará no para el país en que nació y reside, sino para y por su raza, que no tiene nación ni patria. Esto porque el judío en donde quiera que haya nacido o viva, no reconoce jamás como propia o como suya ninguna Patria; porque no tiene más conciudadanos que el judío ni otra raza que la judía; eso sí, se entrometerá en todo lo que pueda beneficiarlo a él y a los suyos, sin tomar en cuenta para nada la Nación, gobierno o demás habitantes de ese país (Cf., ibíd., p.6).

     La Guerra Mundial (la primera, no olvidemos que estos libros son de la década del veinte o treinta), dice Segel (siempre citado por Donoso, ibíd., p.8) al exponer los mitos más generalizados, que habría sido provocada por los agentes de esa fabulosa conspiración que lleva a la práctica los Protocolos, con el fin de precipitar las hecatombes sociales que sobrevinieron después del conflicto. “A la guerra seguiría, como la causa a su efecto, el desmoronamiento de las monarquías de Rusia y Alemania. Al descalabro de estas, sucedería luego la consagración del bolcheviquismo y del régimen republicano de gobierno, como sistemas políticos dominantes en Europa” (Segel citado por Donoso, ibíd.). No es relevante que el manuscrito —dicen sus promotores— haya sido escrito o no por el judaísmo, sino que lo es por el hecho de que revela las verdaderas intenciones de ese pueblo de dominar a los no-judíos (los pueblos de los goim o goyim) y la gran coincidencia que existe en sus postulados con las situaciones que acontecen en el mundo en los últimos siglos. Se ha dicho ampliamente que los Ancianos de Sión prepararon paciente y metódicamente la guerra mundial de 1914, la cual fue originada a partir de las discordias y los odios sembrados por ellos entre las Naciones Europeas, la conflagración habría tenido por finalidad el derrumbe de la monarquía rusa, en cuyo lugar los judíos habrían establecido el comunismo. Lo propio se les imputa con relación al régimen monárquico de Alemania (Donoso sobre Segel, p.26). Para los promotores del antisemitismo la primera guerra mundial se planeó y confabuló (asimismo otros eventos relacionados) en los “antros tenebrosos de las sinagogas judías y logias masónicas, al menos así lo sospecha y lo conjetura y lo presiente la inmensa mayoría de la humanidad no judía” (p.27). Los Protocolos son un programa de acción, es así que los regímenes comunistas son implantados por el judaísmo. A su vez, Evola (ibíd., p.19) dice que también son hebreos Marx, Lassalle, Kautsky y Trotski, los que suministran a las masas, mediante una deformación materialista del mito mesiánico, las armas ideológicas más poderosas, y que subordinan su movimiento a una finalidad bien definida: la destrucción de todo resto superviviente de verdadero orden y de diferenciada civilización.

     Donoso cree a lo largo de todo su libro que Segel, con o sin intenciones de hacerlo, entrega muchas verdades sólidas sobre los Protocolos que escapan al común conocimiento, por tanto, en ocasiones hace notar irónicamente que el periodista judío parece perjudicar a su propia patria, que también le llama “raza”, “religión” y otros términos, pero nosotros sabemos que el judaísmo es un “estilo de vida” o una “forma de pensamiento y actuar” más que las connotaciones anteriores. Para el escritor chileno todos los hechos terribles que se han desatado a lo largo de la historia de occidente en los últimos siglos son obra exclusiva del judaísmo, secundado eficazmente por la Masonería (la cual solo aparece hace 300 años, por lógica no se le puede inculpar de participar en los desastres que asume el autor desde la época Imperial y más atrás; para Nilus la conjuración hebraica inicia en el 929 a. C.).

     Para los pensadores anti-judaicos así es como fue destronado el Zar y el Kaiser al golpe traidor y alevoso de la fabulosa conspiración secreta, en la que sus principales agentes y dirigentes fueron los judíos y masones de esos dos Imperios. Pero el autor, como he dicho, ilustra su libro con muchos más hechos históricos en los que estuvo involucrado el judaísmo y que generaron el sangramiento de la humanidad, presentando distinta evidencia al parecer verídica. Segel, nuevamente al plantear los mitos más extendidos, dice que los Sabios de Sión constituyen el comité ejecutivo u organismo Central del gobierno del pueblo judío, son el supergobierno oculto del mundo (citado en Donoso, p.24), lo que se traduce en un Imperio Universal Judío o Sionarquía Internacional; Donoso aprovecha estas palabras astutamente para demostrar que la literalidad de la exposición de Segel sirve como una auto-confesión judaica. 

     Sobre la intervención de los judíos en las revoluciones modernas, Segel se refiere a tres que ocurrieron en Francia entre los siglos XVIII y XIX: la de 1789, 1830 y 1848, sosteniendo que las primeras dos fueron creadas por los filósofos, masones e illuminatis (Segel citado por Donoso, p.9). El chileno responde, entre otras cosas, que el 27 de septiembre de 1791 se proclamó la emancipación de los judíos en Francia, la que fue llevada a la constituyente por la Masonería, siendo el masón Mirabeau (Honoré Gabriel Riquetti, Conde de Mirabeau) su defensor y paladín, luego acota que este fue íntimo amigo del judío Adam Weishaupt, fundador de la Orden de los Iluminados de Baviera o Illuminatis y de sus adeptos. Luego se pregunta: ¿si no había judíos en Francia en 1789 (como dice Segel), por qué y para qué pedía la Masonería la emancipación de los judíos en 1791, dos años después de la revolución? Con esto el autor se apoya en diversas fuentes, una de ellas es la siguiente: el famoso rabino Isaac Wise en «The Israelite» del 3 y 17 de agosto de 1855 declara que la Masonería es una institución judía, cuya historia, reglamentos, deberes, consignas y explicaciones son judías desde el comienzo hasta el fin, con excepción de alguna regla secundaria y algunas palabras en el juramento.

     “Es un hecho innegable que la Masonería es obra del judaísmo”, “la revolución francesa fue obra exclusiva de la Masonería”, esta última es en consecuencia “su brazo derecho, instrumento dócil y servil, del cual dispone incondicionalmente cuando y como se le da gana al judaísmo”, estas son frases comunes entre nuestros detractores, es decir, los que promocionan y apoyan esta perspectiva de los hechos; estos grupos piensan aún en nuestra actualidad de manera similar a Donoso. Convengamos también en que no son pocos los que reflexionan así, sino que esta doctrina —muy justificada con un gran despliegue de material histórico, sociológico, biográfico y más— posee un gran número de adeptos a lo largo del mundo. No todos ellos son neonazis, neofascistas, nacionalistas, negacionistas, fundamentalistas islámicos, grupos de extrema derecha o de extrema izquierda (los últimos consideran el sionismo como una ideología racista y colonialista equiparable al apartheid sudafricano), u otros, sino que una buena parte son simplemente personas no judías.

     De igual modo, comenta Donoso, en numerosos documentos secuestrados de los Archivos Masónicos de Budapest en 1919 denominados «La Franc-Maçonneire en Hungrie» (prefacio de Charles Walf, Budapest 1921) aparece explícitamente que la Masonería es una obra judía. Para nosotros que ostentamos el grado de Maestro Secreto esto no es una novedad, ¿o sí? la Masonería contiene muchos elementos simbólicos de esa tradición, ¿pero podríamos asegurar que la institución es creada por el judaísmo o que lo haya sido como un instrumento de manipulación? Otras citas del escritor chileno apelan que “el libro [uno de los encontrados o secuestrados] contiene una Constitución de la Gran Logia Simbólica de Hungría impreso en Budapest en 1905 que lleva la fecha de la era judía 5886”, además “el texto de los votos pronunciados por los miembros está concebido en lengua hebraica”. Además, Donoso en otra obra suya titulada “Masonería bajo el Aspecto Social, Político y Religioso” alude poseer una gran cantidad de material que acredita el judaísmo en la Masonería.

     La Masonería es evidentemente heredera de la tradición judaica antigua, pero además de muchas otras que fueron importantes en la Historia, como la romana, griega, egipcia, persa, babilónica, caldea, medieval, entre otras, vestigios todas de la antigua filosofía iniciática; a ello sumo otras corrientes de pensamiento como la gnóstica, neoplatónica, neopitagórica, alquímica y más. Pero aquellos detractores insisten que nosotros, integrantes de las logias, hemos planeado y organizado todas o casi todas las revoluciones que han desangrado a la humanidad en los últimos siglos, el autor dice que existen cientos de registros masónicos que acreditan que estuvimos detrás de esas revoluciones, en los cuales admitimos explícitamente nuestra maquinación y participación. Lamentablemente esto se obtiene de forma clara desde los Protocolos, la relación que su misterioso autor (¿Nilus o un poderoso judío?) deseo plasmar entre tal tiranía judaica y nuestra Orden es irrevocable.

     “El atentado en Sarajevo: el asesinato el 28 de junio de 1914 del Archiduque Francisco Fernando de Austria y de su gentil esposa, fue orquestado por las logias”, esto por hermanos masones como Cabrinovic, Tiganovich, Tankosic, Kasimirowic, que fueron partícipes del atentado, algunos de ellos declararon que fue todo planeado en los templos y que eran masones los que facilitaron las armas y enseñaron a los terroristas a utilizarlas. “Por tanto, la guerra del 14’ fue obra de la confabulación judío-masónica” (ibíd., p.15).

     Segel dice que “ninguna de las publicaciones de ese género ha sido tan influyente ni de tanta consecuencia en el mundo, como el extraño libro titulado Los Protocolos de los Sabios de Sión” (citado por Donoso en p.16), por ello es un libro de las más fatales y ruinosas consecuencias para aquellos pueblos en que se han puesto en práctica sus postulados. “Constituye un Documento de aparente autenticidad, que probaría la existencia de una conspiración de irradiaciones universales. Desde la revolución francesa, la guerra del 14’ y la de España fueron destinadas a exaltar al bolcheviquismo, con el propósito de hundir para siempre a las civilizaciones de la cristiandad” (Segel citado por Donoso, ibíd.). “Con los Protocolos los conspiradores hacen una confesión general, tanto de sus trabajos realizados y por realizarse, como de sus principios morales, todo lo que arrojaría luces reveladoras sobre caminos ignorados de la historia”. El Times de Londres el 8 de mayo de 1920 escribió: “¿Dé donde procedería, en ese caso, el fantástico poder de profecía que parece palpitar en ellos (Los Protocolos) y cuyos anuncios en parte se han cumplido y en parte habrán de cumplir?”. El Morning Post de Londres por esos años creó una serie sobre el tema de 23 artículos titulada “La causa de la intranquilidad mundial”.

     Bajo estas perspectivas, entonces, el judaísmo patrocina a la Masonería y es un órgano creado por ellos, esto está vinculado con el desarrollo del comunismo, así como se apreció hasta esa fecha en la revolución de España, México, Rusia. De hecho, la revolución soviética fue financiada por el jefe de la poderosa Banca Kuhn Loeb & Co., Jacobo Schiff, que en 1917 proporciona subsidios al judío Trotsky para establecer en Rusia el comunismo, como él mismo lo declaró públicamente. Además, Schiff apoyo también otras causas similares, del mismo modo que la revolución soviética fue apoyada por otras empresas y magnates judíos (Cf, p.19-20), la evidencia dice que estas firmas estarían aliadas con otras importantes de su nivel. “Sí, todo lo que ha pasado en el mundo en estos últimos tiempos y lo que está pasando, todo está estipulado y se está realizado de acuerdo con lo que al respecto establecen los protocolos”, otra cita de Donoso: “(…) Rusia, México, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, son espejos en los que puede verse reflejado el cumplimiento exacto de los protocolos” (ibíd., p.22). Entonces, bajo estas ideas, el capitalismo y el comunismo, solo aparentemente opuestos, son una misma cosa: instrumentos judíos de dominación mundial.

     El autor dice que en Chile está ocurriendo lo mismo —en el decenio del treinta— lo cual fue escrito hace noventa años y ahora en nuestro 2021 encontramos según sus promotores eventos mucho más desarrollados de este plan manipulador. En los Protocolos se atribuye una fuerza y un poder avasalladores a los judíos en las relaciones internacionales de todos los países, esto por ser los dueños de las grandes empresas y del comercio internacional: el aumento de los salarios se traduce en un aumento inmediato del precio de los productos de primera necesidad, lo que es “obra de los judíos”. Y como dice Evola, en la cúspide estará el Rey de Israel, y la antigua promesa del Regnum del “pueblo elegido” se realizará.

 

     A continuación, más detalles sobre el origen y la difusión de los Protocolos.

     Los Protocolos son los informes de los planes de la conspiración de “Los Ancianos de Sión” presentados en las 24 sesiones secretas del Primer Congreso Sionista celebrado en 1897, convocado por el Dr. Theodor Herzl, padre fundador del sionismo moderno; además, dichos informes o discursos habrían sido redactados por él mismo (según la creencia más generalizada). Una copia auténtica del manuscrito atribuido a Herzl cayó en manos de un espía ruso que se introdujo a las sesiones del Congreso y que dicha copia fue entregada a Sergio Nilus en Moscú, quien resolvió publicarla solo ocho años después de tenerlos en su poder, es decir, en 1905, este hecho histórico o mito se obtiene incluso en el libro de Segel. También se dijo que fue robado de una organización judía secreta o de la misma Masonería, lo que a todas luces es una mentira.

     No obstante, las tesis judaicas o las que defienden al judaísmo han apelado que en esa demora de ocho años Nilus pudo modificar el contenido de los documentos, las respuestas negativas de los detractores son dos objeciones principales: 1) que ya en 1901 existía una edición de los Protocolos; 2) que Nilus ocupó el tiempo transcurrido hasta que salió a la luz la segunda o tercera edición de su libro en 1905 en hacer “todo lo humanamente posible para poner sobre aviso a los círculos dirigentes de Rusia, respecto de la tempestad que les amenazaba y que se anunciaba claramente en los mismos Protocolos” (p.29-30), “y como no se le hizo caso, de ahí su resolución de publicarlos, para que, viendo el peligro por sus propios ojos, se resolvieran a tomar medidas para conjurarlo”. Parece que las razones por las cuales Sergio Nilus no editó los Protocolos apenas recibió la copia son lógicas y convincentes para los no judíos, en cambio, a ellos no les conviene aceptarlas, apelan los promotores.

     Ahora es necesario entregar información sobre el Proceso de Berna en 1934, estos fueron los juicios que se hicieron en Suiza para aclarar la veracidad de los Protocolos, puesto que el contenido estaba generando muchos problemas en Europa; la acusación se basaba en el artículo de la Ley del Cantón concerniente a la investigación por medio de la prensa y de la literatura inmoral. De allí se ha citado una declaración del rabino de Estocolmo —Dr. Mordecai Ehrenpreis (Marcus)— en Berna, aquí el rabino dijo que ese Primer Congreso constaba de sesiones públicas y no secretas; también dijo que la única finalidad del movimiento Sionista era fundar en Palestina una Patria judía. Para Evola, el hebraísmo trató de desviar el proceso concentrándolo en el problema de la autenticidad del documento, para llegar a la conclusión deseada, además de servirse de un juez judío marxista. En la primera instancia del proceso obtuvieron éxito, pero no tanto en la segunda, que fue en noviembre de 1937.

     “El primer Congreso ha tratado únicamente lo que aparece en sus verdaderos protocolos, editados por la organización sionista” dicen los promotores, apelando que esta noción es confirmada por un escrito de “Mundo Judío” —órgano oficial del movimiento judío en Chile— en su número sobre los problemas de la cultura en el congreso de Basilea de 1897. “Los judíos, para probar la apocrifidad de los protocolos, solo deberían publicar los ‘verdaderos Protocolos’, aquellos que según Markus Ehrenpreis, participante del Congreso, sirvieron como base de todas sus discusiones; pero hasta hoy, no lo han hecho, ni siquiera una excusa de su no publicación (…)”, ¿por qué no los publican?” (Cf. Donoso, p.35-6).

     Esto fue dicho en 1937 y mantiene vigencia hasta hoy, nunca los judíos se han defendido al publicar los verdaderos Protocolos, por tanto, no se ha podido marcar la diferencia entre los discursos que han llegado a nosotros y los que de verdad ellos podrían poseer. Aquí entra la duda: ¿por qué entonces tanta negación de la existencia del documento si sus exposiciones fueron públicas, o de que por esa misma razón hayan caído en manos de un espía ruso? Los anti-judíos dicen que no debería afectarles asumir la verdad de los hechos, además que todo acto tiene una consecuencia prevista o imprevista. Por consiguiente, a partir de lo recién expuesto, estos son dos enigmas sin resolver: 1) si las sesiones fueron realmente públicas o no (aunque ningún asistente divulgó lo que en ellas se discutió, esto ha generado la pregunta de por qué guardar con tan absoluta reserva lo allí hablado si el programa era para todo espectador); 2) que los Protocolos leídos y discutidos en el Congreso de Basilea nadie los conoce hasta hoy y los asistentes se negaron a darlos a conocer. ¿Fueron públicas o secretas las reuniones?, ¿se leyeron y se discutieron en ella o no los Protocolos?, ¿dice la verdad o miente Ehrenpreis?, ¿qué fin llevo a “Mundo Judío” a publicar esto y a Segel en repetirlo? se pregunta Donoso.

     Adicionalmente, Theodor Herzl, a quien se le atribuye “muy fundadamente” haber sido el redactor y relator de dichos documentos, publicó en la primavera de 1896, meses antes de la celebración del Congreso, a manera de ensayo por intermedio de la librería de Breitstein un libro titulado “Der Judenstaat” (“El Estado Judío”) con el propósito de resolver el problema social judío con pretensiones de unificación internacional e independiente. Además, poco antes él mismo habría estado sondeando y gestionando el establecimiento de un Estado judaico dentro del territorio argentino, lo que fracasó. “El judaísmo continúa insistiendo en semejantes pretensiones, gestiones sobre las cuales, indudablemente debió informar Herzl en el Congreso de Basilea” (Donoso, p.32). Un año antes en 1895, según una crónica de los “Diarios” de Herzl publicada el 14 de julio de 1922, este se habría reunido en Inglaterra con el Coronel Goldsmid —que era un judío que se hacía pasar por cristiano—, oficial del Ejército inglés que le sugirió un plan para expropiar la aristocracia inglesa, luego Herzl inspirado habría incluido esto en el Protocolo VI; también un acontecimiento entre el líder del sionismo y su sucesor, el Dr. Chaim Weizmann, habría generado el Protocolo XI (Cf. Jouin, p. 4-5), por entregar algunos ejemplos. Lo de Wizmann proviene originalmente de una edición anónima de 1934, que amplía las impresiones de Nilus sobre la venida del Anticristo.

     Además, aunque los judíos “se abstienen en admitirlo”, la primera edición que se hizo de los Protocolos fue en 1901 y no en 1905, ¿quién la hizo? No se sabe. Pero lo que se sabe es que la de Nilus de 1905 y que publicó agregada a la segunda o tercera edición de su libro “Lo grande en lo pequeño y el Anticristo como posibilidad inminente de gobierno” ocho años después de celebrado el Congreso de Basilea, por las razones antes expuestas, es realmente la segunda de las ediciones históricas de los Protocolos. Se tiene registro que fueron solo mencionados en la prensa rusa en abril de 1902, específicamente por el periódico de San Petersburgo “Novoye Vremya” y que fue por el conservador Mikhail Menshikov, su artículo se tituló “Conspiradores contra la humanidad”, pero en este caso solo fueron mencionados y no publicados. El autor describió su encuentro con una mística llamada Yuliana Glinka, quien le mostró los Protocolos, pero él se mostró escéptico y no los dio a conocer (otra versión dice que fueron robados por un periodista francés en Niza). Otro testimonio histórico de los promotores de los Protocolos es el que menciona Evola, quien dice que el texto en 1893 se hallaba en poder de un tal Stefanoff, y en 1902 de Nilus, y que en 1903 ya había aparecido integralmente en el periódico ruso Znamya, perteneciente al movimiento “Black Hundred” o “Cien negros” en castellano, que fue propiedad de Pavel Krushevan (mov. también conocido como los negros-cienistas, fue una corriente reaccionaria, monárquica y ultranacionalista rusa a principios del siglo XX, partidarios de la Casa de Romanov). ¿Esto significa que Herlz lo redactó antes de 1893, considerando que el Congreso fue cuatro años después?, de nuevo quedan más preguntas que respuestas concisas, como aclaré en la introducción, esto suele ocurrir en el debate de los que luchan por la autenticidad o no de los Protocolos.

     Por otra parte, Henry Ford en su libro “El Judío Internacional: un problema del mundo” de 1920 denuncia las actividades judías en numerosas naciones y particularmente en su país. Ford leyó los Protocolos, sirviéndole de inspiración y contenido para su libro, el mismo Segel admite que así fue (véase la entrevista de Ford en el Mundo de Nueva York, el 17 de febrero de 1921). Pero luego de la publicación fue hostilizado y molestado por judíos, y para liberarse de los que “tan injusta como tenazmente” (palabras de Donoso) le molestaban, “dicen” que hizo una declaración en la que dejaba constancia de haber sido mal informado sobre lo que denunciaba en su libro respecto del judaísmo. Los antimasónicos y antijudíos comentan que esa declaración o carta jamás apareció públicamente, “la retractación no existe, ni puede existir en un hombre como Ford”, esta sería una de las muchas “mentiras judías”. La declaración de Ford fue supuestamente realizada en el verano de 1927, arrepintiéndose de las publicaciones realizadas en su periódico “Dearborn Independent” y en su libro (el cual compila muchas de esas publicaciones). Además, se cree que el autor real de esos artículos del periódico fue el editor William Cameron. Donoso escribió que los ejemplares y re-ediciones del libro de Ford en Chile desaparecieron velozmente de las tiendas, ¿las hicieron desaparecer?, se pregunta de igual manera el grupo antijudío, alegando que el extremo agotamiento de las ediciones fue muy sospechoso. Según Donoso, en el año 1924 en Chile se produjeron 25.000 ejemplares de los Protocolos y 500 del libro de Ford, pero estos desaparecieron a los pocos días de las tiendas.

     Para nuestro país, Miguel Serrano escribió “El Plan Andinia: estrategia Sionista para apoderarse de la Patagonia Chilena y Argentina” (1987) y “Los Protocolos de los Sabios de Sión y su aplicación en Chile” (1988). El primer libro tiene sus antecedentes ideológicos en Argentina, particularmente de la doctrina peronista, según Leonardo Senkman (1986, p.108), la idea ahora trabajada por Serrano denuncia que los judíos buscan ocupar el territorio de la Patagonia en estos dos países y fundar allí un Estado judío, el plan no solo es político, sino también mítico y de sangre, por ello insta a que los jóvenes nacionalistas chilenos y argentinos colonicen el extremo sur. La diferencia entre Serrano y Donoso (incluso L. Meurin o E. Jouin) es que el primero suma al cristianismo en la conspiración.

 

     A continuación, el problema de la autenticidad de los Protocolos.

     Es importante mencionar que Segel, entre otros escritores e historiadores, señalaron que “Los Protocolos” son un plagio de la obra del abogado parisino, supuestamente masón y revolucionario Maurice Joly “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, o la política de Maquiavelo en el siglo XIX” publicado en Bruselas por A. Mertens el año 1864, que contiene pasajes paralelos y similares en una violenta sátira contra la política de Napoleón III, sin embargo el nombre de este último no es pronunciado ni una sola vez, es Maquiavelo el que habla en su lugar, mientras que Montesquieu juega el papel de hombre honesto al que escandaliza la hipocresía y el cinismo de su interlocutor[1].

     Además, otra teoría dice que en el libro de 1868 titulado “Biarritz. Historisch-politischer Roman” de Hermann Goedsche se describe una reunión de príncipes de las doce tribus de Israel junto a la tumba de un Santo Judío en el cementerio de Praga, reunión en la que presenta cada uno de los príncipes un informe “de lo ya hecho y de lo que queda por hacer”. El capítulo fue traducido al ruso como un folleto separado en 1872. Contenido que permitió a un tal Stanjet, comentador judío, deducir que el contenido de ellos se asemejaba asombrosamente al contenido de los Protocolos. Esta tesis fue apoyada por el judío Otto Friedrich en 1920 al comparar las novelas de Goedsche y los Protocolos, llegando a la conclusión de que los discursos de los príncipes de la novela de Goedsche[2] y el discurso rabínico expuesto en el libro de Gottfried Zur Beeck[3] coincidían en forma y contenido.

     Entonces —al amparo de estas premisas pro-judías— Goedsche plagió a Maurice Joly e hizo el capítulo llamado “En el cementerio judío de Praga” en el que se describe una cabal rabínica secreta, denominada el ‘Consejo de Representantes de las Doce Tribus de Israel’, que se reúne a medianoche en el cementerio para una de sus reuniones centenarias, informando sobre el progreso de su conspiración a largo plazo para establecer la dominación mundial. Entre los métodos para lograr este objetivo se encuentran la adquisición de tierras, la transformación de artesanos en trabajadores industriales, la infiltración en altos cargos públicos, el control de la prensa, etcétera. El presidente Levit —un personaje y príncipe de una tribu— expresa al final de su reunión el deseo de ser los reyes del mundo en cien años. Este “discurso del rabino”, ficticio o no, fue citado con frecuencia más tarde como un episodio auténtico e invocado como una prueba (ahora un precedente) de la autenticidad de los Protocolos. Goedsche es conocido por la fabricación de una conspiración judía, como hemos visto.

     Además, Segel trata despectivamente la obra de Roger Mousseaux[4] y sus pensamientos, los cuales contienen ideas que fueron revividas por la serie de novelas de las que Goedsche fue autor entre “1860 y 1870” (según Segel). Para los promotores de los Protocolos y antijudíos por antonomasia esto no es posible, porque el mismo Segel dice que la obra de Mousseaux se editó en 1869. “¿Y si la editó en 1869, como pudo Goedsche hacer revivir las ideas de Mousseaux en las novelas que publicó desde 1860 a 1868, es decir, ocho años antes que se publicaran esas ideas?” (ibíd., p.13).

     Evola y Donoso citan además a la princesa Catherine Radziwill, que había sido rea confesa de estafa y falsificación de cheques, y por ello condenada a tres años. La princesa —al igual que el conde Du Chayla— declaró que los Protocolos fueron creados y compilados en 1904-1905 por tres agentes de la policía secreta rusa con el objeto de fomentar la campaña anti-judía, entre ellos se encontraba el jefe del servicio secreto ruso en París, el General Pyotr Ratschkowsky. Este último mostró supuestamente a la princesa los documentos terminados y le aseguró que eran falsos, las declaraciones de la princesa se imprimieron en un periódico judío de Estados Unidos en 1921, se basaron en esta evidencia el perito Loosli, Baumgarten y Meyer en Berna (Evola, ibíd., p.9-10; Donoso, p.71-2). Sin embargo, los detractores dicen que en ese año los agentes (Manasevich-Manuiloff, Matvei Golovinski y el jefe-general) ya no se encontraban en la capital de Francia, por tanto, las declaraciones son consideradas falsas, además apelan que se debería dudar de una sospechosa y criminal como ella, y de un aventurero y traidor como el conde. Diversos historiadores han acusado a Golovinski la autoría, entre ellos Konrad Heiden, Mikhail Lepekhine y Vadim Skuratovsky, este último rastreó influencias de la prosa de Fyodor Dostoyevsky en los escritos; sin embargo, otros niegan que haya sido él, entre ellos Michael Hagemeister, Richard S. Levy y Cesare De Michelis. Curiosamente, Golovinski trabajó con Charles Joly (hijo de Maurice Joly) en el diario “Le Figaro” de París.

     Otros datos sobre estos descubrimientos merecen ser también nombrados. Segel cita a H. L. Strack, que fue profesor de la Universidad de Berlín, el cual entrega otra evidencia sobre la procedencia de los Protocolos. A él y a un corresponsal del Times de Londres en Constantinopla se le otorga el siguiente descubrimiento, pero fue el segundo quien publica primero la noticia el 16, 17 y 18 de agosto de 1921, en esos comunicados el corresponsal nos narra que compró a un ex funcionario de la Okhrana un libro en francés muy viejo, en mal estado, sin tapa ni título, al leerlo le recordó numerosos pasajes de los Protocolos. Finalmente, el libro escrito antes del derrumbe del Segundo Imperio terminó siendo el de Maurice Joly, el cual dio mucho que hablar en Francia en época de Napoleón III, cuya segunda edición se publicó en Bruselas en 1868. Luego Strack declararía que él llegó a la misma conclusión del plagio, solo que no dio a conocer el hallazgo antes que el corresponsal.

     Por ello, todas las fuentes originarias de los Protocolos son conocidas nada menos que desde 1921, lo cual se ha querido ocultar o rebatir. El desconocido militar perteneciente a la policía secreta del Zar o sus compañeros plagiaron el libro componiendo los pasajes a su manera para acabar presentándolos como los Protocolos que conocemos, es más, la política de Napoleón III no pretendía la destrucción mundial, no tenía nada de bolchevique. Con esto, traigo las palabras de Ferrer-Benimeli: “la conclusión es clara: una obra que encaja en las circunstancias concretas del medio ruso con un escrito apócrifo destinado a desacreditar a los judíos y sus compañeros de viaje los masones” (ibíd.). Y como dijo Segel, “el contenido del libro de Joly resultó ser una de las dos fuentes de que se sustrajeron los materiales para confeccionar los Protocolos, Una de ellas, la olvidada Novela de Goedsche que suministró los planes tomados por los ‘ancianos de Sión’ y la otra, la obra de Joly, que brindó los principios doctrinarios sobre los que se fundan los planes” (citado por Donoso, p.50).

     Las doctrinas de Mousseaux y las de Goedsche fueron defendidas en círculos europeos, logrando un auge inusitado, especialmente en Rusia, esto debido a la acción desarrollada por la Okhrana, según las tesis pro-judías. Estas hipótesis defensoras de la apocrifidad de los Protocolos son descartadas tajantemente por el numeroso bando contrario, los que creen firmemente que los Protocolos son una obra estrictamente judía que salió a la luz, o bien que fue escrita por Teodoro Herzl. Pero Goedsche no pudo haber tomado las ideas de Mousseaux porque no las conocía o porque no existían directamente, en virtud de los años. Entonces, los pro-judíos han dicho que fueron agentes rusos los que en Francia confeccionaron los Protocolos con extractos y copias de la obra de Joly; de igual suerte se ha dicho que fueron confeccionados en Rusia por agentes de ese país basándose en documentos encontrados en los archivos secretos del Imperio. Pese a que se ha culpado a la Okhrana, C. Ruud y S. Stepanov concluyeron que no hay evidencia sustancial de su participación ni tampoco circunstancial fuerte en su contra (1999, p.203-273). En Alemania los profesores, asegurando que eran hechos reales, asignaron los Protocolos a los escolares para que los leyeran mientras el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán llegaba al poder en 1933. A su vez, la totalidad de las fuentes promotoras de los Protocolos culpan a la Francmasonería, también a los Illuminatis, al Priorato de Sión, a los Caballeros Templarios y la Orden del Temple.

     Tomando en consideración toda la evidencia recabada, es necesario aclarar que los Protocolos son una obra creada a partir del plagio de los autores nombrados, por ello no es original ni tampoco remite a aquellos misteriosos sabios judíos, es una obra de ficción, lo cual ya está comprobado por el análisis científico, comparativo y lingüístico. Incluso, existe una tabla que circula por Internet que compara todos los extractos que fueron copiados de Joly y luego colocados en los Protocolos, uno por uno, con una totalidad para algunos autores de 160 pasajes. Herman Bernstein en 1921 publicó en Estados Unidos un libro completo que documentaba el engaño; Vladimir Burtsev hizo algo similar con su libro de 1938. El periódico británico ‘The Times’ en 1921 denunció finalmente que era fraudulento (noticia escrita por Philip Graves), lo mismo hizo el alemán ‘Frankfurter Zeitung’ en 1924. No obstante, sigue estando disponible en numerosos idiomas, en forma impresa y en Internet, por añadidura se sigue presentando como un documento genuino. El invento pretende ser fáctico, pero la evidencia textual muestra que no pudo haber sido producido antes de 1901. El título de la edición de Nilus contiene las fechas “1901-1903” y para los teóricos es probable que se haya escrito realmente en ese momento en Rusia. Si la ubicación de la falsificación en esos años es correcta, entonces fue escrito al comienzo de los pogromos antijudíos en el Imperio Ruso, Cesare G. De Michelis sospecha que las personas que están involucradas fueron directamente responsables de incitar los pogromos (De Michelis, 2004, p.76-80; Ben-Itto, 2005, p.280); incluso, Pavel Krushevan, al que ya me he referido por ser el editor de Nilus, inició el pogromo de Kishinev en abril de 1903, cuatro meses antes de la publicación del manuscrito en el periódico Znamya, que fue del 28 de agosto al 7 de septiembre (Kadzhaya, 2005).

     Finalmente, como escribió Ferrer, todo lo dicho se sabe desde 1921, pero se continúa ignorando ese saber en nuestros días, el manuscrito se sigue publicando y se sigue creyendo en esa fabulación (ibíd.). Así ocurre aún en Medio Oriente, donde un gran número de regímenes, líderes árabes y musulmanes lo respaldan: lo hicieron los presidentes Gamal Abdel Nasser y Anwar Sadat de Egipto, el presidente Abdul Salam Arif de Irak, el Rey Faisal de Arabia Saudita y el coronel Muammar al-Gaddafi en Libia, recientemente lo hizo de igual modo el Gran Mufti de Jerusalén, Sheikh Ekrima Sa’id Sabri, el Ministerio de Educación de Arabia Saudita, el Comité de Solidaridad Palestina de Sudáfrica y un miembro del parlamento griego, Ilias Kasidiaris. Empero, otros han dicho que es una falsificación, como el ex Gran Mufti de Egipto Ali Gomaa.

     Existen otros análisis y pruebas del origen fraudulento de los Protocolos que no podré seguir abordando ahora, también he dejado de lado muchos datos históricos interesantes que quizás en otra ocasión —en una parte II de este trabajo— podré retomar en profundidad, esto porque la creación de los Protocolos está ligada a una serie de acontecimientos sociológicos que ocurrieron en Rusia en esos años. Solo decir que siempre quedan detalles sin resolver que escapan a la lógica de los hechos, los cuales, si bien no entran en contacto científico con la historia universal, lo hacen entonces en la esfera del mito.

 

Conclusión

 

     VV:.MM:. míos, estos pocos extractos los traigo esta noche para que podamos reflexionar sobre este delicado tema. No he colocado lo peor que se encuentra o lee en libros fanáticos o páginas de Internet de dudosa reputación, esto no es nada, sin duda lo más grave es el “asesinato ritual”. Lo expuesto esta noche es solo un breve resumen de toda la información recabada, desde ya me disculpo por la extensión, pero me sobrepasé con especial placer.

     Como masones, no tenemos que avergonzarnos de nuestro estatus de iniciados, tampoco de las raíces judías que posee nuestra Orden, debemos estar orgullosos de rememorar una tradición tan completa, cautivadora y fascinante como aquella, pero también intentar desprendernos de los fanáticos bandos que intentan teorizar sobre el asunto, debemos mantenernos en el margen y proseguir en nuestra actividad con cautela, prudencia y discreción. La información que traje debe pasar por el filtro del discernimiento, aquella cualidad psicológica que todo iniciado desarrolla, para que estime en su fuero interno en qué debe creer o no. Los datos que traje tienen un tinte científico e histórico, pero también mítico, puesto que muchos no tienen solución ni respuesta, forman parte de la enigmática esencia que posee el manuscrito; pero tampoco podemos cegarnos, debemos observar las circunstancias que ocurren en el mundo e identificar si existe alguna oculta relación o no.

     La asociación que se hizo en los Protocolos con la Francmasonería inevitablemente ha culminado en la denigración de nuestra institución, induciendo a los no-iniciados a que desconfíen de nuestros Trabajos y de nuestras Logias, por lo tanto, como masones de estos tiempos tumultuosos tenemos una nueva misión para sumar a nuestra actividad constructiva: erradicar estos errores e ilusiones que se han cosechado como semillas en las almas de las sociedades, para así corregir y reemplazar el vacío con conocimiento fundado.

     Como Maestros Secretos, que hemos revivido a Hiram de la tumba inducida por la Ignorancia, el Fanatismo, la Ambición o la Hipocresía; preservado la invaluable reliquia que es el corazón embalsamado de nuestro héroe legendario e inspiración moral, ética, arquetípica; una vez visto con nuestros propios ojos florecer la acacia de la inmortalidad y de experimentar cómo ha Resplandecido nuestro espíritu después de trabajar en la Cámara del Medio y ahora en el Santuario, tenemos el deber entonces de entregar Verdad para reemplazar la confusión, de educar y liberar a la humanidad de las creencias injustificadas, de apartar el velo de los pueblos en relación a las opiniones negativas que aquellos puedan poseer sobre nuestra Orden. No olvidemos que la Francmasonería es el retrato de las instituciones iniciáticas del Ayer, presentes en todas las culturas en forma de camino o senda progresiva hacia el mejoramiento del ser humano y el entendimiento del Todo que nos rodea.

 



 

Bibliografía

 

Ben-Itto, H. (2005). The Lie That Wouldn’t Die: One Hundred Years of The Protocols of the Elders of Zion. London; Portland, OR: Vallentine Mitchell.

Bytwerk, R. L. (2015). “Believing in ‘Inner Truth’: The Protocols of the Elders of Zion in Nazi Propaganda, 1933-1945”. Holocaust and Genocide Studies, 29 (2).

De Michelis, C. G. (2004). The Non-Existent Manuscript: A Study of the Protocols of the Sages of Zion. University of Nebraska Press.

Donoso-Z, L. (1937). La verdad más grande de la Historia: Los Protocolos de los Sabios de Sión. Santiago, Chile.

Ferrer-Benimeli, J. A. (1982). El contubernio judeo-masónico-comunista. Universidad de Zaragoza, Madrid.

Guzmán, G. (diciembre 2009). Judeofobia y mito conspirativo en la obra de Miguel Serrano. Cuadernos Judaicos-ISSN: 0718-8749, N°26.

Kadzhaya, V. (17 de diciembre de 2005). “El Fraude de un Siglo, o un libro nacido en el infierno”. Recuperado de: https://web.archive.org/web/20051217032523/http://www.newtimes.ru/eng/detail.asp?art_id=470

Levy, R. S. (2014). “Setting the Record Straight Regarding The Protocols of the Elders of Zion: A Fool’s Errand?”. In William C. Donahue; Martha B. Helfer (eds.). Nexus – Essays in German Jewish Studies, 2, Camden House.

Nilus, A. (---). Los Protocolos de los Sabios de Sión. Galas Ediciones, con introducción de Julius Evola.

Nilus, A. (1920). Los Protocolos de los Sabios de Sión: los peligros judío-masónicos. Estudios y comentarios críticos de M.E. Jounin.

Perednik, G. (2001). La judeofobia. Barcelona, Flor del Viento.

Ruud, C. & Stepanov, S. (1999). “10. Procotols, Masons and Liberals. The Tsar’s Secret Police”. McGill-Queen’s University Press.

Senkman, L. (1986). El antisemitismo en la Argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.

 



 

NOTAS:

 

[1]     Maurice Joly (1829-1878) estudió leyes y perteneció al Colegio de Abogados de París. Su libro fue publicado de manera anónima en Bélgica. El documento fue introducido en Francia de contrabando por varias partidas, pero como algunos de los contrabandistas eran miembros de la policía, esta incautó con facilidad toda la edición y desenmascaró a su autor. Joly fue arrestado, pasó un tiempo en la cárcel de Sainte-Pélagie por “incitación al odio y al menosprecio del Gobierno”; fue atacado por los defensores del Imperio y tampoco fue aceptado por los republicanos. Los Protocolos plagian las consideraciones de Joly sobre la naturaleza humana y las formas de manipular las masas por la atracción del dinero, de la libertad y del poder. 

[2]     Hermann Ottomar Friedrich Goedsche (1815-1878), también conocido por su seudónimo Sir John Retcliffe, fue un escritor alemán que es recordado principalmente por su antisemitismo. Algunas de sus obras critican el colonialismo británico. Fue abiertamente antisemita y aunque adoptó un seudónimo inglés, era un chauvinista prusiano que tenía una profunda aversión contra Gran Bretaña y todo lo británico. Falsificó cartas que se utilizaron como prueba para encarcelar a líderes democráticos. Goedsche trabajó como empleado postal, pero en realidad era un agente provocador para la policía secreta prusiana.

[3]     Gottfried Zur Beeck, es el autor de una edición de los Protocolos, nombrando a su libro “Los secretos de los Sabios de Sión”, en el cual traduce y comenta los originales. Zur Beeck fue realmente un seudónimo del capitán Ludwig Müller von Hausen (1851-1926), de origen alemán, que en otoño de 1919 tradujo bajo tal nombre los Protocolos, dedicado a “Los Príncipes de Europa” como advertencia para que se pusieran en guardia contra la conspiración judía que amenazaba a los tronos y altares. Esta edición de los Protocolos fue patrocinada por la nobleza alemana (entre ellos la familia Hohenzollern) y apoyada por el Príncipe Otto von Salm, el príncipe Joaquín Alberto de Prusia y el propio ex Kaiser Guillermo II, que denunciaban sin cesar el peligro judío y veían en los Protocolos la explicación de las desgracias de Alemania. La tercera edición fue publicada en 1936, es el libro de cabera de Luis Donoso Z.

[4]     Roger Gougenot des Mousseaux (1805-1876), escribió “Le Juif, le judaïsme et la judaïsation des peuples chrétiens”, publicado en 1869 (Paris, H. Plon, 1869; 2da edición publicada por Charles Chauliac, París, F. Wattelier, 1886). Aquí existen, como se puede desprender del título, muchas ideas antisemitas. Él fue un periodista y escritor polemista francés. Escribió varios libros denunciando las sociedades secretas y la Masonería.

 

 

 

FELIPE I. DE LUCAS ARELLANO